El que la lleva la entiende
Hoy quisiera, coger el capote y hacerle un quite a un amigo, uno de verdad, AMIGO con mayúscula, que siempre ha demostrado que está ahí, sobre todo en los tiempos malos, porque en los buenos, “amigos” hay tantos que hasta sobran.
Este amigo mío, y de muchos de los que leeréis esto, lleva como costalero de la Santísima Virgen más años que tenéis algunos, se dejó la espalda debajo de un Protector que castiga la infamia y el compadreo barato, los corrillos de recelo y los comentarios a la espalda, y me ha enseñado a ser humilde antes que a hacerme la ropa. Lo he visto capear el temporal más de cien veces, y nunca nos pidió ayuda, como nunca nos metió en los problemas derivados de su cargo, porque entendía que sólo eran suyos, si bien eso nunca lo entendí. Este amigo, que se viste por los pies, que trata por igual al pequeño y al grande, que le disgusta la hipocresía y combate la injusticia, cometió un error, uno sólo entre los infinitos aciertos que en su dilatada carrera campean en su historial. Un error de “igualá”, perfectamente entendible y además, y lo que es más importante, admitido por él, que desde ese día, y os lo puedo asegurar porque lo conozco, no hace más que quitarle horas al sueño para ver como lo subsana el año que viene. Un error, que todavía hoy sigue coleando en algunos sectores de nuestra cuadrilla, a pesar de haber sido recibidos con los brazos abiertos, y a pesar de haber sido tratado como iguales desde el mismo día que se les igualó en sus palos. Os quiero recordar, que nuestra cuadrilla no se alimenta de rencillas, sino de amistad, que en su nombre crece y se mantiene, y eso es lo que la diferencia; distinta a Palios verdes y blancos de marchas alegres, a los que conozco de oídas unos, y de llevar su zanco durante siete años otros; cada paso es un mundo y cada persona otro, así que vamos a construir algo bonito, respetando siempre al de negro, y comprendiendo sus errores, lo mismo que disfrutamos de su compañía y de sus aciertos.
Yo siempre defenderé a mi amigo, porque cuando sufrí estuvo dándome ánimo, y compartiendo mi carga en silencio, y lo defenderé a pesar de que mi primer día de costalero, sólo compartí palo con él, durante dos calles, que fueron las más sentidas que jamás viviré de costalero.
Así que, espero que la Virgen del Mayor Dolor nos llame a la concordia, para que Ella presuma siempre de tener amigos bajo su palio.
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