La Oración en el Huerto
En esta ocasión, voy a hacer una breve descriptiva de la Oración en el Huerto de Murcia, obra de Francisco Salzillo, y que sirvió de modelo al escultor Domingo Sanchez Mesa, para acometer la factura de la homónima granadina, si bien , él la concibió de modo distinto, a lo que la hermandad se negó, optando por una copia de la murciana, que se pudo ver en Granada hasta que se cambió la composición de las figuras secundarias para ubicarlas en el nuevo paso.
Francisco Salzillo (1707-1783), es un escultor que se ve influenciado por su padre, Nicolás Salzillo, en cuyo taller trabajó siendo niño, por Nicolás de Bussy, escultor de corte de Felipe IV y colaborador en el palacio de Aranjuez, del que toma rasgos anatómicos en su primera época, tales como los tipos humanos delgados de movimientos elegantes y flexibles. Por último, Antonio Dupar, escultor procedente de Francia y que trabajaría en la Catedral murciana y Santuario de la Fuensanta entre otros. De ellos tomaría apuntes iconográficos que mezclaría después con otras influencias de sus coetáneos (Torcuato Ruiz del Peral, p.e) y que desaparecerían después una vez florecida su personalidad.
De su extensa obra murciana, ciudad de la que sería su gran escultor, la Oración en el Huerto, realizada para la Cofradía de Jesús Nazareno, es su paso más famoso, y el Ángel mancebo la obra más alabada. Se concibe para ser visto desde todos los ángulos, calles de la ciudad o balcones, y está dividido en dos grupos claramente diferenciados: delante, los apóstoles Pedro, Santiago y Juan que duermen en el suelo, y que representan las tres fases del sueño, así como las tres edades de la vida, esto es, juventud, madurez y ancianidad, detrás, Cristo y el Ángel confortador. Cristo refleja la auténtica angustia del momento, por lo que el Padre le envía un Ángel, el cual es un joven apolíneo que lo sujeta en su desmayo con el brazo izquierdo, mientras que con el derecho le señala el Cáliz, que como cita ambiental local, se sitúa en una palmera.
Como vemos, el parecido con la Oración de las Comendadoras no puede ser mayor, aunque hay que decir en favor del imaginero granadino, que la que procesiona por el Realejo cada Lunes Santo, está dotada de una personalidad diferente, reflejo de la calidad de su autor, que dejó así en Granada, una de sus más bellas obras procesionales, realzada aun más, al ser colocada en la delantera del paso de misterio, y sobresalir del resto de figuras.
(fuente: Francisco Salzillo, de Nicolás Ramallo Asensio. Editorial Arcolibros s.l)
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