Viernes Santo

Mi Viernes Santo comienza levantándome temprano para ir a ver a mis titulares; ambos esperan, subidos en sus pasos, a que sus costaleros le cambien oraciones por fuerzas para poder llevarlos durante el recorrido. Una mirada, una plegaria, una charla con los de siempre, y una reprimenda por parte del cura que siempre nos recuerda algo,...el monumento está expuesto.
Es entonces cuando, tras la oración a Jesús Sacramentado, te dedicas a mirar los detalles de ese pasopalio, los hilos de oro que serpentean por el terciopelo de su manto, desde donde ciñe la corona hasta los mismos pies del costalero, sus brazos de cola, que habrán de alumbrar la maravilla del palio cuando éste se despida, callejuela arriba, aguardan apagados a que la hora señalada les devuelva su razón de ser.
Todo paseo por la iglesia acaba delante de Ella, entonces la miras y remiras, encontrándola, en palabras del poeta "más bonita cada día". La conversación que entre mi Virgen y yo tiene lugar cada año, pasa por múltiples variantes, pero siempre va encaminada a los mismo, "protege a mi familia, y que mi esfuerzo esta noche les ahuyente todo mal".
Ya en la calle, no entiendo un Viernes Santo sin asomarme al zanco trasero para ver cómo anda mi hermano, diálogo de relevo, que después se verá ampliado durante un año en casa, recordando lo vivido, qué suerte entender esto de la misma manera...
Y por útlimo, las fuerzas casi vencidas, los amigos que se pegan a tí para llevar tu carga un momento, o que te piden que te armes para que aguantes su peso un segundo; las voces del mando, la gente en la calle, la recogía con su doble factor, ansiada porque el físico va mermando, pero a la vez no deseada, porque un largo año nos separará de este puente, de este río, y de esta familia que cada año, tiene la suerte de que Ella los cite para ser sus portadores en su anual paseo por Granada, qué Dios bendiga mi suerte, porque la tengo a mi vera

(fotografías de la Estación de penitencia del año 2002 )

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