Una experiencia inolvidable...
El Viernes de Dolores es un día complicado para muchos capataces, que deben hacer milagros para que los múltiples retranqueos no les dejen en cuadro sus cuadrillas; es el día de la banda de Jesús Despojado en la calle Pan 1 y 4, y a buen entendedor...pero sobre todo es el día en el que tiene lugar uno de esos momentos especiales, que yo sólo he vivido una vez, pero que no he olvidado.
Hace no muchos años, el Viernes de Dolores era también el día en el que finalizaban los "ensayos" de la cuadrilla de la Esperanza; lo entrecomillo porque el bueno de Luis contaba como tal el traslado de la parihuela del palio desde la casa de hermandad (calle Cardenal Parrado, antiguo "Los Cármenes", frente Hospital Clínico) hasta la sede canónica, a saber, Plaza Nueva. Recorrido cuando menos "complicao" que intentábamos amenizar como mejor se pudiera, siempre desde la seriedad, y que culminaba cuando dejábamos la referida parihuela en el suelo de Santa Ana, junto a la Esperanza. A continuación, y durante toda la noche, se procedía al montaje de los pasos (se sigue haciendo, aunque el traslado no), mientras que el vestidor ponía más guapa (si eso es posible) a la Virgen de Risueño. Un ajetreo de hermanos de aquí para allá, trayendo enseres unos, en medio otros y, subidos en el paso, los mismos de siempre.
Un hueco en el altar que Ella ocupa durante el año, nos hace mirar el reloj con insistencia, y es que uno de los misterios sin resolver de nuestra Semana Santa es el de la hora a la que la Señora sale de la sacristía para subirse a su paso, engalanada para el Martes Santo, ya que siempre se hace de rogar (como mujer que es) sabedora de que la vamos a esperar el tiempo que Ella desee; y así nos tiene con el alma en vilo durante algunas horas...pero llega el momento en el que sale y, cuando lo hace, el silencio se apodera de la iglesia; se la intuye ansiosamente, pareciera como si nos la presentaran de nuevo, se siente observada y por eso vuelve la mirada, azorado el semblante por tantos ojos como se depositan en Ella; entonces se sitúa sobre su peana, se le reza un Ave María, y se dan por merecidos el trasnoche y el relente...después de vivir ese momento, sólo queda ceñirse una faja verde, llevarla al Cielo, y dormirla por Granada para llenarse de Esperanza...Spes est fotitudo nostra
El día que ponen aún más guapa a La Señora, Celu dice que es como un parto y tiene razón. La de viajes que damos del Tedi a la Iglesia, de la Iglesia al Tedi,... hasta que por fín nos invitan a entrar en la Gloria...
ResponderEliminarPope
Pope: efectivamente es como un parto, los mismos nervios por cómo la verán ese año los conciudadanos, las mismas ganas de tenerla ya para nosotros, en ese momento íntimo en el que nos la presentan,...la lástima es que en vez de nueve meses, hay que esperar un año...menos mal que siempre están los triduos, los besamanos, que son como "ecografías" que nos van acercando más a ese ansiado día...
ResponderEliminarsaludos desde Granada