Besamanos...


Los que el pasado sábado se dejaron caer por los dominios de la Señora del convento de clarisas del Santo Ángel, pudieron contemplar esta escena, que siempre ya se habrá de asociar a Nuestra Madre. La Magdalena, contrita y dolorida, aparta la mirada de la Madre, mientras que, san Juan, parece consolarla en su aflicción. Ella, espera en la puerta de su casa a que Granada vaya a verla, para que al besar su mano, se compartan las preocupaciones y se alivie así su carga.

Arriba, el sagrado Protector de Granada, Cristo de san Agustín, nos ofrece a su Madre de nuevo, como ya hiciera en el Gólgota, para quererla y adorarla, para estar a su lado, y que el cariño de sus hijos la reconforte en su pesar. Tú nunca podrás estar sola, Consolación, porque Granada es consciente de que al final de la calle san Antón, la belleza hecha Mujer, la dulzura hecha Madre, vive para nuestra salvación.

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