Una mujer...


Una mujer...es ese instrumento imprescindible con el que he ido escribiendo las páginas en blanco del libro de mi vida. Mi abuela, me enseñó lo que es el cariño infinito; de mi madre, aprendí que la casa es de todos y que el hecho de ser varón no me libraba de las tareas domésticas. Con mis hermanas, supe lo importante que es tener a alguién en la cama de enfrente, y la de al lado, para lo que quisiera, siempre. De mis amigas, obtuve el cariño y el apoyo, más imparcial que el familiar, que tanto se necesita en épocas adolescentes. Del primer amor, algunos de los momentos más felices de mi vida. De mi pareja, la certeza de vivir con ella y para ella, y por último, por aquello de que los últimos son los primeros, de Ella, obtuve el privilegio de servirla cada Semana Santa...


(fuente fotografía: colección particular Lolo Valenzuela)

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