Soneto al Señor de la Humildad
Humilde en su actitud, baja la frente,
con la caña por cetro entre las manos,
oye que le condenan los tiranos
a sufrir, en la Cruz, inícua muerte.
Colocan, como burla que le afrente,
la púrpura en sus hombros soberanos,
mas luego los soldados inhumanos
la túnica real echan a suerte.
Hieren su rostro, su cabeza hieren;
y pues el pueblo a Barrabás prefiere
y el ¡muera! grita de Jesús el nombre,
después que en la columna es azotado
y de agudas espinas coronado,
Poncio dice a Caifás: "He ahí al hombre".
Rosa López Nebrera. Baeza
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