Por mis pecados expiras...

"...dando por ello razones,
que más que para las iras
estás para los perdones...".

Sigues siendo impresionante, de veras que te pongan como te pongan, tu perfecta anatomía no deja indiferente a nadie; ya con potencias, ya sin ellas, al acertado capricho de tu entregada priostía, Tú sigues siendo especial, como especial es todo lo que te rodea. Señor de la Expiración, cuando te miro sobre tu canasto, me vienen a la mente todos aquellos años de hogueras, de hachones humeantes sin cera, de pasocristo de madera sobredorada y de parihuelas a hombros con racheos de esparto sobre puente romano. Con tus potencias, imponente crucificado de Sánchez Mesa, tu imagen es la misma que tantos años vigilara mis infantiles sueños en la habitación de la cama dorada de la casa de mi abuela, en ese cartel de federación que en los años ochenta te representara a las puertas de la basílica de las Angustias. Sin ellas, la imagen más actual, de ese otro cartel que inmortalizado te dejó sobre el mismo y eterno puente, con la luna llena de testigo celestial ante tu Expiración.

Sigues siendo especial, porque eres el mismo al que mi tía rezase antes de acompañar a tu Madre, que ahora te mira desde el colegio, y gracias a cuyo grupo de amigos yo llegué a saber de Tí, y sigues siendo el mismo del que mi madre me contara historias que sus hermanos le trasmitieron, y ellos sabían mucho de tí, no en vano recorrieron esas aulas en su juventud. Sigue mirando al Cielo, eterno crucificado granadino, aunque no puedas ver tu tierra, ni el río que corre bajo los pies de tus costaleros. Sigue, Señor expirante, velando por la ciudad que nunca ves, para proteger a los que, rezándote, te contamos cosas de ella...
(Para los que cada año, hacéis posible que el Señor de la expiración recorra las calles de Granada...)

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