Vivencias...

Es curioso el poder que tienen las palabras, que te hacen reflexionar un rato, pensar dos, y llorar tres, antes de sentarte delante de un folio en blanco, para intentar dar sentido a lo que haces...pero todavía resulta más curioso darte cuenta, de que enseguida, antes de saber lo que vas decir, ya están las palabras revoloteando en torno a tí, como ese perro fiel al que la vida siempre se lleva demasiado pronto, y te sorprendes teniendo el papel lleno de múltiples bosquejos sólo con apretar la tecla adecuada.

Recuerdo que no hace mucho volví a desempolvar de esa parte del cerebro en la que viven los recuerdos apartados, que no olvidados, a modo de desván al que recurres cuando te hace falta algo, y a la primera das con ello, porque sabes perfectamente dónde está y por qué. El motivo, como siempre, una entrada de este blog que últimamente siempre tiene algo que decir, aunque por motivos laborales esté descuidando más de lo que quisiera, Y me vi, de pronto, con mis hermanos en la Plaza de Bib rrambla, antes carrera oficial, apoyado en los desaparecidos kioscos, contemplando el paso de una hermandad, de un Nazareno, en su transitar hacia la Catedral, pero os mentiría si os dijera que recuerdo la advocación. Mi hermana mayor, tranquila como ella es, miraba el discurrir de la cofradía, mientras yo peleaba, intentando llamar la atención de mi madre, porque ya estaba cansado y no entendía...enseguida, como digo, un recuerdo, un momento ya vivido se suma a otro, y me encuentro con mi padre, esta vez solos él y yo, viendo subir, en primera fila, para que quede constancia del esfuerzo realizado por su parte para estar en el sitio adecuado, siempre, por la rampa de las Pasiegas un paso de palio, no importa cuál, porque todos la llevan a Ella, y la imagen de una monjita, que así se han llamado siempre en mi casa a las servidoras de Dios, dándome un dulce, por las deshoras de la noche, y entendiendo que podría tener hambre...de nuevo con mi padre, en Plaza Nueva, en el encierro de la Esperanza, siempre presente en mi vida, y puede que ansiando ya el estar bajo sus palos, en una noche de frío como es de ley, y que mi progenitor aguantó a pie quieto, hasta que sonó la Marcha Real. A las tres de la tarde lo sacábamos de casa, el Jueves Santo, para que nos llevara a los grifos de san José, y ser testigos otra vez de ese milagro de pericia y arte costalero, que permite a la Aurora llegar al centro; La salida del Silencio, mi madre y su relación con don José de Mora, y con este Cristo artillero de especial vinculación con la familia, en la Carrera del Darro, con unos bocadillos adquiridos en el castizo bar que existiera junto al Puente Cabrera, y que tantos años nos ayudó a sobrellevar la baja temperatura; después unos churros en Bib-rrambla, y a casita. Viernes Santo de monumentos, siempre en el Albayzín, con parada obligatoria en san Pedro, para hablar con la Sentencia, otra vez José de Mora...ya más tarde, el relevo lo cogió mi hermana mayor, y la salida de las Penas, en donde salían bajo la Virgen algunos amigos de la pandilla, o en la de la Cañilla, paso bajo el cual su novio, hoy marido, rezaba con los pies a su Soledad, y que me metieron el gusanillo de este mundo en el cuerpo.

Después de tantos años, desde el punto de vista que te da la madurez, se ve lo mismo con otra perspectiva, ya que tras el translúcido cristal de los años, parece que la inocencia cofrade, gracias a la cual veías todo con esa objetividad en la que no caben los “fallos”, las “críticas” y todo era algo maravilloso con lo que soñabas un año entero, deseando cuanto antes volverlo a vivir. A mí, me gusta recordar el esfuerzo, homérico en la mayoría de los casos, con el que las hermandades ponían a sus titulares en la calle. A mí, de niño, mis padres me enseñaron a entender, a su manera, esta parte de Granada; hoy, ya de mayor, vuelvo la vista atrás deseando estar otra vez en esa plaza de Bib-rramnla, mirando a ese Nazareno con mi mirada inocente, pero intuyendo ya que la mejor cuadrilla no es la que más cambios hace, sino la que más hermanos reúne...
A todos los que os sentís costaleros, de la mejor cuadrilla,...la vuestra.

Comentarios

  1. Abuelo, soy Rafa Roa. Me alegre mucho de verte en la catedral el dia de la Passio. Cuando te conoci eras un tipo genuino, un fenomeno, y ahora ya con unos cuantos años mas tu leyenda se ha agrandado. los digo a viva voz. !QUE COJ......TIENES! Ni que decir tiene que tienes las puertas abiertas en el Darro, pa cuando quieras volver. Un abrazo, espero verte pronto.

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  2. bueno Rafa, qué decirte, si parece que fue ayer cuando nos echábamos las risas em clase de don Manuel Medialdea en el colegio de nuestra adolescencia. La alegría fue mutúa, como siempre, porque es agradable ver como aunque los años pasen, cuando nos encontramos vestidos de costalero a los pies de la Sentencia, automáticamente nos vamos muchos años atrás, y todo sigue igual.

    Me alegra muchísimo verte por aquí, leyendo mis "cosicas", y en cuanto a lo de vernos, sólo tienes que concertar una reunión, y allí estaremos todos con una rubia en la mano, y a ser posible, con otra de la mano...jajajajaj...espero ya encuentro costalero.

    Un abrazo amigo, y siempre verde, por lo menos en cuanto a la Esperanza, lo del betis...

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