La Virgen de mi dormitorio
No tiene muchos fieles, apenas siete u ocho, pero los que la ven en su pared de mi casa, antes la vieron en la pared de mis abuelos, y éstos en la de los suyos, y se me antojan de una gran importancia. No tiene valor artístico, pero el sentimental es superior en precio al que pudiera pagar su escayola policromada, ya que Ella, este pequeño busto de la Inmaculada Concepción, protegió las camas de esos niños que dormían, tranquilos, tras encomendarse a su tutela durante el sueño. La Virgen de mi dormitorio, tras la limpieza a la que fue sometida, por mi madre, que hizo un trabajo digno del IAPH, recobró hace tiempo todo un esplendor, volviendo a resurgir, tras la pátina del tiempo, esa carilla de niña que tantas veces me dejó extasiado en la oscura estancia de mi niñez. Yo sabía, a ciencia cierta lo sabía, que cuando llegase el momento la "Virgencita" pasaría a ser mi "Virgencita", y la pared en la que estuviera sería la de mi casa, para que pudiera seguir con su labor de años, es decir, la de bendecir cada rincón de la misma, y de todos los que nos presignamos, alguna vez, cuando la miramos un ratito. Que Ella, en su infinita bondad, cuide también de todos vosotros.
Pues es preciosa... yo tenía una imagen de Santa Lucía, y también le tengo muchísimo cariño. Es curioso como cosas sencillas y pequeñitas ocupan un lugar tan grande en nuestros corazones.
ResponderEliminarSaludos.
Siempre, querida Málaga, las cosas pequeñitas son las que nos marcan, los detalles nimios, las aparentemente insignificantes, son las que se quedan con nosotros, formando parte de nuestra particular lista de recuerdos entrañables. Eso es lo bonito, que dentro del mundo que nos rodea hoy, sigan esas cosas para recordarnos quiénes somos, y de dónde venimos.
ResponderEliminarYa mismo visitaré tu tierra. Saludos desde Granada