lo que nunca puedo ver...
Cuando llega el Viernes Santo, ser costalero de la Virgen de los escolapios me priva de ver, entre otras cosas, a la Virgen de la Soledad de san Jerónimo, titular mariana de la popular hermandad de "las chías". La Soledad, es una talla atribuída al genial Pedro de Mena, que facturase también a la Virgen de las Maravillas, y a la de la Merced, señeras obras de nuestra Semana Santa.
Ella sale a mediados de la tarde de su capilla en el barrio universitario, llenando con su aroma las calles más emblemáticas de la ciudad, siendo su recorrido de los más bellos, por transcurrir por el centro histórico monumental granadino. La Soledad, con su maravilloso manto, de una riqueza de bordados completamente disferente al resto, es un referente devocional en Granada, y prueba de ello es la cantidad de fieles que durante el año acuden al Convento, hoy convertido en museo, para presentarle sus respetos. Su iconografía corresponde a la Virgen de los Dolores, con sus manos entrelazadas sosteniendo los clavos de Cristo, y deteniendo su mirada allí donde se olvide del sufrimiento, aunque sin conseguirlo. Su tez, pálida, símbolo de la extenuación de la que adolece, le da una personalísima imagen a esta Señora, que cada año nos recuerda lo que decía de Ella el poeta: "y vas, Soledad, muy sola..."
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