Una tarde con el Decano...

Corría el año del Señor de mil novecientos noventa y seis; el Sagrado Protector de Granada hacía pocos minutos que había terminado su estación penitencial, y los costaleros nos disponíamos a salir por la puerta del locutorio del convento sorteando el bosque de capirotes de los hermanos nazarenos. Ya en la calle, mis pasos se cruzaron con los de Nacho Vílchez, capataz ese año del paso del Señor de la Amargura, que quería ofrecernos un puesto bajo sus trabajaderas. Ni que decir tiene que la idea me entusiasmó, y se la comuniqué a mi hermano, que aceptó casi de inmediato, así que le dijimos que sí, y nos fuímos a descansar.

Al día siguiente, el sol rayaba en lo alto del cielo, y vestidos de negro riguroso, acudimos puntuales a la cita, igualando yo en el costero izquierdo de tercera, y mi hermano, fijando al zanco derecho de atrás, que llevaba, por cierto, otro buen amigo nuestro, Antonio Pontes. La tarde fue especial, no sólo por estar vestido de costalero el Martes Santo, cosa que volví a hacer el año siguiente bajo la Señora de la Esperanza, sino porque ir debajo de ese paso es formar parte de la historia cofrade de Granada, por la impresionante talla, por el barroco paso inalterado tras el paso del tiempo, por la longevidad de su acta de fundación, y por el espectacular recorrido por el que transcurre su estación penitencial. De ella, recuerdo la recogía, rozando la madrugá, por la calle san Juan de los Reyes, fría como el cristal, y acompañado el paso por la gente justa, la que lo espera año tras año, y se asoma a sus ventanas para despedirse de Él antes de rendirse al sueño. Una maravilla de hermandad, completada por la belleza dieciochesca de la Virgen de las Lágrimas, hoy en la capilla, y que llena el Martes Santo con su sobriedad, cuando baja desde su barrio hasta el corazón de Granada.

Siempre recordaré con infinito cariño la tarde que me dejaron pasar junto al Decano de nuestra Semana Santa, aquella tarde de 1996, y espero encontrar algún día alguien que me dé una copia de la foto que se hizo esa cuadrilla, para ver la cara que tenía, y cómo llevaba la ropa...

Comentarios

  1. Abuelo de siempre tanto tu como el bueno de tu hermano os habeís caracterizado por ser unos costaleros humildes , costaleros serviciales, costaleros de aficción que tras una peoná silente de las que ya estas curtido te comprometes a arrimar el cuello a una cuadrilla que en esa epoca estaba necesitada de personal bajo sus trabajaderas.

    No se si abrá foto de ese día, pero de antemano te digo que tu cara sería seria ( como siempre) pero cargada de ilusión y responsabilidad, tu costal estaría puesto con la ilusión y la mesura necesaria...en aquella epoca no se sabía tanto de esto y los pasos salían igual a la calle.

    En fín abuelo, lo único que le reprocho al de arriba es que en esa época aún no te conocía...jejejje. Faltarían dos años para que nuestros caminos se cruzaran.....

    Abuelo que vamos pa viejos...por cierto pendientes tenemos una conversación.

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  2. qué razón llevas amigo, en lo de que mi cara sería seria como siempre, porque la verdad es que gasto pocas bromas, cosa que me ha generado poquitos enemigos y muchísimos amigos, por otra parte. Será que eso de ir con la verdad por delante y a la cara no deja mucho lugar a la imaginación.

    En cuanto a la conversación, es necesaria y la espero con ansia, así que déjate ver.

    Un abrazo

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