Crucificado...


El rostro tiene sobre el pecho hundido
descansando la cabeza el sufrimiento;
el cuerpo, abandonado, macilento,
permanece por los clavos sostenido.

La sien atravesada, aliento huído,
rasgos estos del brutal ensañamiento;
abiertos los ojos en postrer intento
de retener lucidez, vida y sentido.

La lanza en el costado le clavaron,
el hisopo del vinagre sabe ingrato,
la lucha y el dolor se terminaron.

San Dimas, buen ladrón, propone el trato,
los pecados, por la Cruz, le perdonaron
y con Cristo sube al Cielo de inmediato.

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