Ya estoy en casa...
Eso es lo que decimos todos cuando, tras varias jornadas sin acudir a ella, cruzamos sus puertas para compartir un rato en familia. Nuestra casa es nuestra casa, qué descubrimiento, podréis pensar, en la que vivimos, en la que compartimos cosas con los nuestros, en la que nos refugiamos de las tormentas, en la que soñamos y sentimos. Sí, nuestra casa es nuestra casa, pero, además, está la casa de nuestros padres, que fue nuestra también, y que ha dejado de serlo, por lo menos, en cuanto a lo que dormir en ella se refiere.
Supongo que todos los que hemos abandonado el hogar paterno para iniciar la maravillosa aventura de formar uno propio, tenemos algo que nos hace decir..."estoy en casa"; puede ser el momento de abrir la puerta y que tus hermanos anden por allí, afanados en sus mil y una cosas, mientras te dedican un saludo; puede ser la conversación con tu padre acerca del último barco que está haciendo en comunión con tu hermano; pueden ser las ocurrencias de éste, o las historias del otro; pueden ser las croquetas de tu madre, el cuarto de tus hermanas, o el tuyo propio, cada vez con menos cosas tuyas y más de los otros. Puede ser el aroma de los libros, la disposición de los muebles, o la luz que entra por las ventanas, llenando todo con ese color especial que sólo nuestra casa tiene; pueden ser los juguetes de los sobrinos esparcidos por doquier sobre el suelo de la estancia, sitio en dónde los tuyos no podían estar durante mucho tiempo, pero que ha sido ocupado por los de ellos, aparentemente sin que la autoridad competente ponga orden, y es que lo que no consigan los nietos...
Todos, insisto, tendremos ese algo que nos lleva directamente a nuestra casa, cuando estamos lejos, y nos hace sentir mejor casi en el acto. Yo tengo la suerte de tener a mi mujer esperándome en la mía cuando llego de trabajar al final de la semana y, además, cuando cada sábado entro en casa de mis padres para comer con ellos, al abrir la puerta miro esta imagen y pienso...estoy en casa...
"Mi casa" sigue siendo la de mis padres, ¡y llevo casi 25 años casado!.
ResponderEliminar¿Y la nevera?, ¿Hay algo mejor y más entrañable que la nevera de casa de tus padres?
Un abrazo
Pues sí, querido amigo, es algo que seguimos visitando, con la intriga de ver si tu postre favorito está esperando que lo pruebes, y también, algunas veces, cuando no te ha dado tiempo de comprar para la cena, y siempre ha algo que llevarte.
ResponderEliminarUn abrazo