Una de las cosas que tiene vivir en la costa es que, cuando te levantas un día y te encuentras con que sopla el poniente, éste no te estropea el veraneo, y puedes disfrutar de él, cuando bajas a la playa...
querida Dama, a mí también, quizá porque me recuerda lo pequeño que resulta el hombre ante la inmensidad de la naturaleza, y lo frágiles que podemos llegar a ser, si nos comparamos con ella.
¡que olas! el mar revuelto me llama sin saber porqué.
ResponderEliminarBesos.
querida Dama, a mí también, quizá porque me recuerda lo pequeño que resulta el hombre ante la inmensidad de la naturaleza, y lo frágiles que podemos llegar a ser, si nos comparamos con ella.
ResponderEliminarUn beso desde Granada