Ha llegado el momento...
Cúanto tiempo, amigo, cuánto tiempo, desde que el invierno nos presentara en el Albaicín, por testigos las cornetas y tambores de la banda de mi Despojado, y la Virgen que por aquel entonces esperaba ser bendecida unas horas después. Apenas unos momentos a solas con Ella, antes de que todos los fieles granadinos decubrieran el rostro que imaginó Duarte, tú nos contabas cosas acerca de tu Sevilla...cuántos años, de aquel Ford Focus rojo aparcado en el paseo peatonal de los basilios, para una igualá que iba a poner a unos costaleros granadinos a las puertas del Vaticano, aunque entre ellos, acogidos como si de hijos de Granada se tratase, hubiese dos hermanos sevillanos, que con costal uno y con corneta otro, habrían de poner la pizca de sal macarena a tal evento.
Vinieron luego las semanas santas en Sevilla, cuando ni nuestras novias se conocían, y ahora se han vuelto inseparables; pasos fugaces por Granada, de vuelta de unas cortas vacaciones en Cazorla, paseos por la ciudad, cuestas y más cuestas para unos tacones demasiado largos y unos pies maltrechos. Cuántas cosas, amigo, hemos compartido, y las que quedan por venir, el honor de acogerme en tu familia, y el de que me llames amigo. El placer de escuchar tantas anécdotas, el orgullo de compartir palo contigo, y el agradecimiento porque leyeras en mi boda. Sentirme amparado por los tuyos, saber que en tu tierra soy uno más y que tus amigos ya son míos. Son tantas cosas, tantas noches esperando a que acabáseis de cantar para dormir cuatro horas y acudir al ensayo; tantas navidades felicitándonos, tantos planes de futuro, tantas vivencias, tantas alegrías y tantas preocupaciones que nos han tenido en vilo, y de las que hemos salido gracias a Ellos. Son muchos Domingos de Ramos, tú en tu Cena y yo en mi Fígares, los que nos hemos deseado en la distancia una buena estación de Penitencia mientras el uno iba en la mente del otro cada levantá y cada cambio de costero. Todas esas cosas, amigo, son las que nos unen desde que aquella noche de Febrero granadina estrechase tu mano en señal de amistad, y de todas ellas, la más fuerte, es la que nos llena el espíritu cuando hablamos de Esperanza y de su Hijo, el vínculo sagrado que existe entre un macareno y otro, aunque uno viva a kilómetros de distancia allende la A-noventa y dos...en nombre de todo eso, yo te pido que disfrutes plenamente ahora que, al fin, te ha llegado el momento...Enhorabuena
Preciosa la entrada Luis, no he podido evitar derramar alguna lagrimilla. Son muchas y gratas las vivencias que he vuelto a recordar gracias a tus palabras.
ResponderEliminarQue cierto es que la amistad y el amor no tienen fronteras.
Un fuerte abrazo amigo.