Cuentos de la Alhambra...


Recuerdo que siempre me gustó, de pequeños todos mis hermanos y yo, del primero al último, desfilamos por sus calles repletas de flores y agua, con la luz radiante del domingo por la mañana soleado que sólo Granada tiene. Era una excursión hermosa salir de casa y llegar a PLaza Nueva, para subir por Gomérez y acceder al imponente bosque alhambreño, lugar en el que correr era gratis, los barcos eran hojas grandes y secas por los arriates que seguíamos hasta que nos llamaba nuestra madre, y las castañas más locas eran improvisados balones, o granadas de mano. Nuestra ropa de los domingos, impoluta, volvía a casa que mejor ni os cuento, y mi padre se afanaba con su vieja cámara en inmortalizar las posturas y detalles que a él le resultaban más gratificantes (quizá por eso me gusta tanto la fotografía), para después engrosar las páginas de aquellos álbunes de piel con las páginas de cartón negro, en las que aparece nuestra infancia preciosamente ordenada.

El agua es pieza importante de nuestro Generalife, y las fotos se sucedían, ora entre los caños de agua que se levantaban desde el suelo, ora entre los rosales, o las arábigas ventanas de los palacios de la Alhambra, que me vienen a la memoria cada vez que cojo la cámara y me subo hasta allí, subiendo mis años conmigo por las cuestas que le preceden. Mi niñez por Bib-rrambla, el Campo del Príncipe, las inmediaciones de Alhamar, y la desaparecida vega, en favor del cemento y el progreso, se asoma nostálgicamente a esta ventana, ahora que vuelvo a mirar los nenúfares, flor que me recuerda a mi padre, y su afán por que encontrásemos las ranas que entre los peces se movían, asomando su cabeza, o plantadas tomando el sol sobre las verdes hojas...como podeis comprobar, no sólo Irving tiene sus "cuentos de la Alhambra"...

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