Asiento 72: Sevilla FC 1 - Granada CF 2
El Granada acudía a Sevilla como colista, sin haber marcado nada más que dos goles, y con un juego a veces brillante ante los grandes, y pesado ante los que podemos considerar equipos "de su liga", mientras que el Sevilla jugaba en casa con la vitola de ser el único equipo, junto al Barcelona de Guardiola, que no había perdido un encuentro en todo lo que llevamos de campeonato así que, aparentemente, la cosa pintaba mal para los visitantes; ¡y vaya si pintaba mal! porque a los cuarenta segundos de partido una espectacular jugada de Navas por la derecha, con caño a Siqueira incluido, habilitaba a Cáceres que disparó a bocajarro y el rechace de Roberto lo aprovecha Manu del Moral para poner el 1-0 en el marcador, que enloquecía a los sevillistas y enervaba a Fabri Gonzalez.
Parecía que, una vez más, el Granada volvía a tropezar otra vez contra la piedra de los precoces errores defensivos, pero se rehizo y Abel Gomez primero, tras lanzar una falta que salvó Varas, y Mainz después, rematando de cabeza un balón que despejaría la zaga, pusieron cerco a la meta local, aunque sin fruto, por lo que se llegaba al descanso con el resultado mencionado, con muchas dudas en los de Fabri, y algún susto en los de Marcelino.
La segunda parte fue completamente distinta, el Sevilla demostró porqué no había perdido un partido con un juego rapidísimo, desarbolando a los granadinos que no podían hacer nada para evitar los continuos ataques sevillistas, pero surgió Roberto, el gato rosa, de azul la noche del lunes, que desmontó una y otra vez las ilusiones de los locales por hacer gol en su meta, desesperando a la delantera local que veía como el meta granadinista se erigía, una vez más, en el héroe del partido, a imagen y semejanza del Varas del Camp Nou, con la diferencia de los puntos logrados al final, y es que si lo paras todo, pero no metes, o empatas o pierdes, por lo que se hacía necesario marcar. Así que Fabri dió entrada a Ighalo (otro héroe de goles importantísimos), para hacer descansar a Uche que poco antes había marrado el 1-1 sólo con Varas batido. Y salió Ighalo, agarró un balón en la frontal, lo bajó al suelo, regateó al defensa, ya dentro del área, y soltó un zapatazo que se estrelló en el larguero, cosa que aprovechó el de siempre, Geijo, para introducir, no sin suspense, el balón en las mallas sevillistas, ya que Varas llegó a tocar inútilmente el esférico, convirtiéndose así el primer gol a domicilio en primera división treinta y cinco años después del Granada CF.
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