Bicicletas...
Seguro que si os miráis muy dentro, o no tan dentro, depende de los casos, no tardareis mucho en recordar cual fue vuestra primera bicicleta, ése pedazo de libertad que os mantenía lejos de la rutina diaria, y os permitía volar por encima de las "preocupaciones" que durante la semana, y casi siempre en forma de deberes de colegio, os acuciaban importunando vuestra tranquilidad.
Mis hermanos y yo, aprendimos con una Torrot de señorita, de color rojo, que le habían regalado con motivo de su Primera Comunión a mi hermana "Machu", y que nos permitió al resto disfrutar de la bici, ya que ella siempre fue muy desprendida para con ella y hacia nosotros. La bici en cuestión, con guardabarros cromados, luz con dinamo sobre el delantero, y sillín negro de cuero gris, era una preciosidad de esas que hoy llamamos "vintage" y por las que llegan a darse "tortas" los aficionados y/o coleccionistas. Con ella, y de la mano del cuidador de turno (a saber, mi madre, mi padre, mi hermana...), aprendí a mantenerme en equilibrio sobre una bicicleta en el descampado que había enfrente de mi casa, cuando era vega, y que hoy es el centro Comercial Neptuno. Todavía recuerdo el orgullo que me dió cuando comprobé que habían soltado la parte de atrás y que había sido yo sólo el que recorriera la ínfima distancia, eso sí, antes de darme de bruces acongojado por el pánico al ser consciente de que iba sólo...
Una vez aprendí a montar en bici, se hizo necesario pasar a tener una de mi propiedad, y eso llegó en una visita a casa de mis primos, donde una "peugeot" verde botella, similar a la anterior pero de "niño" y más acorde con mi tamaño de ocho años que la de mi hermana, me permitió empezar a disfrutar de dar paseos por el barrio desde que llegaba a casa procedente del colegio hasta que mi madre me reclamaba para volver o hacer algún mandado. Recuerdo que disfruté mucho de esa bici que heredé de mis primos y que, a su vez, mis hermanos mellizos heredaron de mí hasta que la cambiamos en la tienda de "Maxi", un señor que reparaba y vendía bicis de segunda mano en la calle Manuel de Falla, por una expléndida motoreta2 de color azul, mucho más grande y actual que la anterior.
Pero de todas las bicis que anduvieron por la casa, la que más me gustaba, obviamente, era la mía, que es la que aparece en la foto que ilustra el post. La Torrot BMX era una bicicleta de cross, "con cuadro reforzado", un tecniscismo ciclista que no llegué a entender con mi corta edad, de ruedas rojas y muy ligera. Fue la bicicleta que me compré, como mi hermana, con el dinero que mi familia me dió el día de mi Primera Comunión, y me costó en la tienda de bicis de la esquina de Marqués de la Ensenada con Camino de Ronda (no quiero dar publicidad), la nada despreciable cantidad, para el año mil novecientos ochenta y seis, de doce mil quinientas pesetas. Con ella perdí peso, crecí junto a mis amigos del barrio, recorrí una incontable cantidad de veces la calle Alhamar camino de casa de mi abuela, subí al Realejo a jugar con mis compañeros del colegio y, bien porque se me quedó pequeña, bien por dedicarme a otros deportes, dejé de jugar con ella para cedérsela a la mujer que siempre nos cuidaba, y que se la regalara a su hija mayor a fin de que la disfrutara tanto como yo...
Hoy me he acordado de mi bicicleta, y me estoy preguntando ahora mismo por qué dejé de utilizarla, y por qué no me he comprado otra desde entonces. Puede que busque por ahí algún modelo de esa época, de 28´, para volver a recordar aquellos tiempos pasados en los que era un niño regordete sin preocupaciones...
Y vosotros...¿recordais la vuestra?
Comentarios
Publicar un comentario