Haciendo examen de conciencia...

Siempre me ha gustado la Semana Santa; dentro de las cuadrillas que hacen posible el movimiento de los pasos, he encontrado amigos que me han hecho fuerte, y con los que he compartido cosas importantes dentro y fuera de los ellos. Siempre he deseado, con vehemencia incluso, que los días pasasen rápido para volver a oler el incienso, sentir la arpillera en mi cuello y ver un palio mecido lentamente bajando por cualquier calleja angosta de mi tierra. Siempre he soñado con los momentos claves de la Semana y me ha gustado acompañar a mis seres queridos a disfrutar de los sitios especiales, e incluso descubrírselos a los que acudían a Granada por vez primera. Siempre, un cartel, una reunión, un concierto, un ensayo, me han servido como excusa para quedar con los amigos y vivir de nuevo la cercanía de ese tiempo que le ha dado otro sentido a mi vida. Siempre...pero anoche sucedió algo que me cambió por completo lo que hasta ahora había sentido por la Semana Santa, y me he parado a meditar si no tendrían razón los demás y yo estaba equivocado.



Anoche, comprendí que mi Semana Santa es la de mi esposa porque ella así lo quiere, y siempre se ha esforzado por acompañarme a todos los sitios, aún sin tener ganas las más veces, sólo por el hecho de verme feliz entre lo que tanto necesito. Cuántos Besamanos se ha quedado en un segundo plano mientras yo fotografiaba a los titulares de las diversas hermandades, cuántos besapiés, cuantas estaciones de penitencia. Cuántas veces, incontables, me ha esperado en el relevo sólo por ver cómo iba, y cuántos me ha traído caramelos, refrescos o agua sin yo pedírselo pero, experta ya en estas lides, segura de que a lo mejor lo precisaba. Cuántas veces me ha esperado silenciosa mientras yo hablaba con alguno de mis amigos cofrades, cuántos encierros a deshoras, cuántas horas robadas a sus cosas, a sus amigas y a su gente. Anoche me dí cuenta de que lo que para mí es importante, lo es también para ella por serlo para mí, aunque a lo mejor prefiera otra cosas, y no vibre con lo mismo que yo lo hago, pero siempre está ahí...



Anoche, unas lágrimas provocadas por mi torpeza en algunas situaciones, me hicieron comprender que en este tira y afloja de la vida, puede que alguna vez alguien se canse de tirar siempre y de que la cuerda se rompa por el mismo lado, así que hoy me he puesto a escribirle para que sepa que la comprendo, que voy a empezar a cambiar muchas cosas y que, en mi vida, tengo muy clara la posición que ocupa en mis escala de valores, por mucho que desee nuevas "chicotás", por lo que, a a partir de ahora, empezaré a cambiar "mi" Semana Santa por ella, para que sea "nuestra" Semana Santa y volver a disfrutar, juntos,...de esos momentos de la misma que tenía casi olvidados. Este año las mías, y mi familia...




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