Cuando llega el Domingo...
Me lo ha contado muchas veces, y ni siquiera se salva esta semana con el festivo de por medio, ya que su trabajo queda lejos de las demarcaciones andaluzas, por lo que tendrá que madrugar, perdón, ya habrá madrugado, para desplazarse a su rutina laboral de lunes a sábado, ambos inclusive, y muchos kilómetros de por medio. En los tiempos que corren es afortunado el que tiene "curro", aunque éste sea en los confines del universo y sólo el coche le permita estar unido a los suyos, siendo la carretera el cordón umbilical que establece el nexo entre las sonrisas de los suyos y sus pensamientos, multiplicados cuando amanece el lunes y, con las luces todavía encendidas, arranca el coche para buscar el pan de su familia.
Muchas veces, hablando de nuestras cosas, me ha comentado lo cansado que se encuentra, lo que le entra por el cuerpo cuando su hija se despide por teléfono e imagina su carita, y sus manos aun inseguras cogiendo el teléfono para decirle "un beso papá" con esa "media lengua" que es su anhelo; se le saltan las lágrimas al hablarme de ella, de lo que se está perdiendo por culpa de la maldita distancia, y de lo que necesita esos abrazos, esas miradas, al pasarse toda la semana alejado de su hija. Su esposa, que también lo necesita, se agarra al teléfono cuatro veces diarias y le va contando las cosas que se le ocurren, las palabras que va aprendiendo, que no le gusta la "papilla" y prefiere los "potitos", pero esto no puede ser porque dónde se ponga la comida casera...lo duro que se le hace enfrentarse al trabajo por la mañana, pensando en cómo estará la niña, y a la casa por la tarde, plancha, limpieza, y demás, aunque ella está "entretenida" con su hija, puesto que se encarga de todo lo que a ella le concierne ayudada, eso sí, por su madre en casi todo.
Cuando llega el viernes el humor le va cambiando, me dice, puesta su mente en acabar el sábado a mediodía, "comerse" la carretera y llegar hasta su casa, en donde, por fin, y tras un largo viaje de por medio, da por concluída la semana, abraza a su esposa y prepara las cosas para salir con su hija al día siguiente, absorbiendo todo lo que ella puede ofrecerle en esas veinticuatro horas en las que no se siente sólo, no hay penas ni caras extrañas y puede darle gracias a Dios por todo lo que tiene, aunque sólo puede disfrutarlo, algo es algo, cuando llega el domingo...
Dedicado a todos esos padres en la distancia...
P.D: si alguién se reconoce en esta fotografía, y quiere que la retire, no dude en ponerse en contacto conmigo en el email que figura en mi perfil.
Tre-men-do
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