Nueve años...
La noche era fría, como de finales de Enero, y poco apetecía arreglarse para salir a la calle, sobre todo después de disfrutar "calentito" en el brasero del partido del Madrid en las autonómicas cuando se podía ver fútbol en abierto sin necesidad de "goles", "pluses" y "digitales" y la televisión no se quedaba sin señal en el mejor momento del partido, o la película...pero las ganas de verse podían con todo, así que se dispuso a levantarse de la butaca para ir a la ducha y arreglarse. Llevaban unos meses conociéndose, se habían encontrado por casualidad gracias a un encuentro entre amigos comunes y desde el primer momento supieron que algo pasaba entre ellos, por lo que pronto consiguieron quedar sólos, sin la necesidad de carabinas ni rocambolescas combinaciones de "por favor, llamad a..." que tenían que darse para que volvieran a encontrarse, por lo que obtuvieron los respectivos números y el Cristo de san Agustín hizo el resto, aunque eso sea otra historia. Hacía, como digo, algunas semanas que ya salían sólos y esa noche era una de tantas en las que, previo "sms", habían hecho por verse de nuevo, y poco imaginaba el muchacho mientras planchaba la camisa de rayas azul y blanca y los pantalones azules que esa noche iba a ver cumplidos sus deseos, y su vida iba a empezar a trazar un nuevo rumbo.
Salió a la calle, no sin antes despedirse de sus padres, oliendo a "Loewe", que aun hoy le trae recuerdos de aquella noche, y el frío le dió en la cara mientras acudía al lugar de siempre, donde ya esperaba ella, deslumbrante (como luego constataría que era habitual en ella), y caminaron hacia el centro de la ciudad. De los lugares escogidos para el tapeo y la copas, sólo queda ya la parte de arriba de un desvencijado edificio al que, curiosamente, no han vuelto a ir ahora que sus vidas caminan paralelas. Conversaciones, risas, y miradas cómplices se sucedieron a lo largo de las horas, con la música de la época de fondo, y sin importarle absolutamente nadie de los que estaban allí, sólos ella y él, como en esas fotografías en las que sólo lo importante se ve nítido y el resto aparece desdibujado.
De camino al coche, un paseo hablando de mil cosas, de los estudios, del deporte, de la vida en definitiva y, llegado el momento de la despedida, sucedió...se fundieron de pronto en un beso que desató las pasiones contenidas, ruborizando sus rostros y desviando un instante sus miradas, hasta que de nuevo sus labios volvieron a encontrarse...él subió las cuatro plantas hasta su piso en Las Flores, ella cogió el coche hasta Albolote como otras noches similares, pero se durmieron de forma distinta; esa noche una sonrisa acompañó sus sueños y una felicidad especial les despertó la mañana siguiente, esa mañana soleada de primero de Febrero de la que hoy se cumplen, gracias mi amor, nueve años...
FELICIDADES. Y APOR LOS 18...
ResponderEliminargrandioso....
ResponderEliminary ademas,escribes de cine....
Felicidades
a Fran:
ResponderEliminarcómo mínimo, querido amigo, como mínimo, esperemos seguir cumpliendo años a su lado...
a Manuel:
las palabras fluyen solas cuando de lo que escribes es importante para tí, pero de eso sabes tú también...
Un abrazo a ambos, y gracias.
Que sean muchos mas
ResponderEliminarPrecioso amigo, muchísimas felicidades de todo corazón. Me recuerda a mi historia con mi mujer. Que el amor perdure por siempre. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea. http://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/
ResponderEliminarA Jose:
ResponderEliminarlos que Dios quiera, querido amigo, que eso nunca se sabe, pero que sean tan plenos como los ya vividos.
A Pepe:
Me alegro, siempre una historia de amor nos recuerda a la nuestra porque, al fin y al cabo, el amor no entiende de acentos ni lugares, por eso es tan mágico todo lo que tiene que ver con él.
Un abrazo a los dos, desde Granada