No sé qué me traerá...
Lo dice en silencio, muy bajito, para que el imperceptible susurro no altere nada en su interior como si, al decirlo, se pudiese romper el encanto de todo lo sucedido, y se quiebre la noticia que la ha hecho tan feliz. Desde el domingo, una sonrisa inunda su cara casi que por cualquier cosa, un brillo especial le llena sus ojos, esos ojos negros de los que estoy tan enamorado, convirtiéndolos en dos ascuas de luz que iluminan, más si cabe, mi camino, y es que, como ayer le dijo mi padre: "ahora la quiero el doble"; una felicidad contagiable se ha apoderado de ella y sólo sabe reir y reir, que es para lo que hemos venido al mundo, aunque la sociedad se empeñe en lo contrario. No quería divulgarlo, perdón, no quiere divulgarlo, y es que todavía es pronto para lanzar las campanas al vuelo aunque lo más difícil ya esté hecho, y mira de "reojo" el calendario, esperando que pase pronto esta primera fase que tanto le preocupa.
Mientras tanto, algunos andamos por la casa como locos imaginando los cambios que llevará ligados ese otro cambio principal que se ha producido en nosotros, y que será definitivo a principios del invierno. Sé que me va "regañar" porque ella prefiere mantenerlo en secreto, pero es que se me hace imposible no decirlo, se me hace imposible no hacer llegar a todo el mundo la felicidad que ahora mismo nos embarga, y se me hace imposible, más aun con la "lata" que he dado, no explicar la sensación tan extraña que ahora siento, a la espera de que todo se convierta en una extraordinaria realidad.
El domingo se dieron por bien pagados los esfuerzos, los malos ratos, las lágrimas y las noches sin dormir, cuando la hasta hace poco estúpida "maquinita" dió como resultado lo que habíamos estado esperando. Me acordé de las palabras que me dijo un amigo de toda la vida al calor de una charla de relevo en Viernes Santo, me acordé de Ella, que lo ha hecho posible. Me acordé de mis padres y mis suegros, de mi cuñada y mis hermanos, que entre llanto una, y abrazos los otros, me hicieron llegar el orgullo y la alegría que también a ellos les ha dado. Esta noticia, aunque debemos ser cautos, ha llenado de "sonrisas las paredes" como escribía Martinez Arez allá por el noventa y ocho, y me ha permitido sonreir imaginando lo que muy pronto habrá de venir, convertido en el mayor regalo de Navidad que nadie, nunca, haya podido hacerme, y me toca esperar, cómo no, un embarazo que tendrá los tintes verdes de todo el que se sabe "esperanzo"...con Ella de la mano, y dando gracias a Dios, hoy puedo estar escribiendo de esto, ilusionándome con nuestro nuevo e importantísimo proyecto, y haciéndoos llegar a vosotros la noticia, para que os alegreis con nosotros.
El próximo Domingo de Resurrección, D.m, ya tendré a quien comprarle su primera campanita de barro, aunque sea el padre quien la toque.
Mi más sincera enhorabuena, ahora tienes un motivo más por quién luchar en esta vida, el más importante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gran alegría Abuelo, disfruta de todos y cada uno de los momentos que te brindará tanto en el embarazo, como cuando nazca. Son "chicotás" de las que se quedan en la mente y no se olvidan.
ResponderEliminarUn gran abrazo para ti y un beso para tu mujer!!!