Sobre tu paso...

Nunca fuí a verte. Siempre mi caminar cofrade en el día en que Tú paseas me llevó a otros barrios de Granada, a pesar de que siempre he tenido amigos que te buscaban, callejuelas de centro histórico, sabor a Granada en cada adoquín que pisas, a cualquier hora de tu compartido Domingo de Ramos. Nunca me planteé quién llevaba tu paso, por dónde discurrían los cauces que regían tu hermandad, y poco sé de Tí además de tu nombre y quién te hizo y, sin embargo, algo ha habido siempre en esa forma de caminar que tienes, en esa manera de mirar hacia dentro de tus pensamientos, como queriendo que nada ni nadie te roce, como queriendo hacernos saber que tu carga es sólo tuya y no debes compartirla con nadie. Algo ha tenido siempre el bamboleo de tu blanca túnica a los sones de la banda, algo ha tenido siempre tu mirar, Cautivo, aunque, incongruencias de la vida del cofrade, nunca lo he seguido en Semana Santa.
Amigos, como digo, engrosan tus listas de hermanos, y de un tiempo a esta parte he aprendido de Tí más que en quince años; de la hospitalidad de tu gente al abrir una casa de hermandad para que se presentara un cartel, de algún pregón en tu sede canónica, de cosas que me cuentan los que han vestido muchos años la túnica de nazareno de tu hermandad y, además, las que yo he ido cultivando en esa curiosidad que le pica a todo cofrade acerca de los estrenos de las demás hermandades del día, pero no tengo un recuerdo tuyo en la calle, Cautivo, y eso que mi cuñada se desvela por Tí cuando pisas Granada y nunca ha comprendido cómo he podido estar sin verte cuando se inicia la semana que más espero. Supongo que todos elegimos en algún momento de nuestras vidas, y puede que inconscientemente, las hermandades que nos habrían de gustar, las que íbamos a seguir, las que necesitábamos descubrir por nuestra cuenta, alejados de las faldas de mamá y de la mano de papá en la omnipresente Bib-rrambla o de la bulliciosa san Matías a la altura de la Imperial, tribuna de los pobres a los que no les gustan los palcos. Supongo que en algún rincón de la memoria, aderezada por las devociones y selecciones familiares, yo tiré siempre a san Pedro, donde se duerme la mujer más mujer de toda Granada, busqué el Realejo a partir de que mi amigo Javi se estrenara bajo la Cena, y descubrí el Despojado por las calles de mi barrio, pero de Tí nunca nadie me contó nada. Nunca sentí la necesidad, o la curiosidad que antes comentaba, de ir entre las calles de Granada para encontrarme con tu cautiverio y contar las lágrimas de la Encarnación bajo su palio de malla, y espero que me perdones por ello.
Dicen que Tú no te quedas con nada de nadie, y han tenido que pasar muchos años para que yo entre en el Sagrario a algo más que a misa. Han tenido que unirse varias circunstancias para que yo estuviera en la plaza de Alonso Cano un Domingo de Ramos por la mañana, y me han tenido que preguntar quién sale de esa iglesia para que yo entre al que me preguntaba a pisar ese suelo que te acoje. Han tenido que pasar muchos años, Cautivo, y algo me dice que sabías que alguna vez tendría que ser la primera, este uno de Abril de dos mil doce, me alegró encontrarte, para mí, sobre tu paso...

Comentarios

  1. Me has puesto los vellos de punta amigo, y ya al terminar tu entrada y verle a Él, me he quedado maravillado. Una verdadera joya que invita a rezarle, a pedirle perdón, a decirle tantas y tantas cosas... Espero que hayas tenido una buena Semana Santa, yo no pude salir con el Cachorro por la lluvia. Tras la Semana Grande, he ido un poquito liado y no he podido entrar en tu blog, pero lo hago ahora, una vez que me he organizado, y voy a leer tus entradas con detenimiento y atención. Me alegro de saludarte amigo. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
    http://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/

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  2. Un placer verte por aquí Pepe. La verdad es que la Semana Santa fue disfrutada los días que la lluvia lo pemritió y, curiosamente, tuve la suerte de que el Viernes Santo fue uno de ellos, pudiendo sacar a la calle a María del Mayor Dolor, aunque la lluvia molestó mínimimamente el recorrido casi al final del mismo. Sin embargo, el lunes Santo me quedé haciendo estación en el interior del templo, otro año será.

    Un abrazo y a disfrutar de la feria, que ahí no va a llover.

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