Fotografías...


Cuentan historias; hablan de nosotros, de las cosas que hacemos, los lugares que visitamos, las personas que nos rodean, de las que nos rodearon y de las que ni siquiera llegamos a conocer pero se mantienen vivas gracias a ellas y a la de palabras que surgen por minuto cuando las miran quiénes sí los tuvieron a su lado. No importa la cámara que las realizara, la calidad de las mismas o lo fugaz de lo retratado, todo lo que suscitan al desplegar su aroma a papel de foto antiguo es mucho más importante que los detalles técnicos de la instantánea, aunque éso sea lo que precisamente busque el fotógrafo. Nosotros, lejos de esos detalles, nos centramos al mirarlas en las casas que rodeaban a la nuestra, o mejor dicho, las que no la rodeaban, cuando el barrio lo componían diez o doce y todos los habitantes se conocían entre sí. Por ellas pasan edificios que no están, ríos que discurrieron descubiertos y puentes sobre ellos de los que sólo quedan los nombres de las calles; colores blanquinegros que nos hablan de cómo era nuestra ciudad, de la gente que la habitaba, mientras que las ropas y los coches reflejados en la estampa nos hablan, en cambio, de los años que sostenemos entre los dedos al contemplar la foto de turno...jinetes a caballo, "vespas", orlas de parvulario, "primeras comuniones", algún que otro libro de estudios de la época compartiendo bolsa con ellas, personas, personas, y más personas...para los que no tuvimos la suerte de conocerlas, porque el destino quiso que nos dejaran antes incluso de que nuestros padres se casaran, sacar un viejo álbum o una bolsa de tela ennegrecida por las yemas de los dedos, es un vehículo directo a momentos que se quedaron retenidos y que afloran entre las manos emocionadas de mi padre, por ejemplo, cuando observa cómo ha cambiado su vida, desde el instante impreso en el papel a ésta época que nos ha tocado vivir, mientras que bromeamos con mi madre acerca de las "poses" de foto que el fotógrafo le obligaba a adoptar con tal que se viera el monumento de tal o cual ciudad, a la par que la distancia los lleva lejos, a su viaje de novios, y las miradas de complicidad se suceden casi al momento y sin apenas darse cuenta.

Puede que a muchos no les guste como a mí sacar las fotos de su gente, puede que no les fascine como a mí, no tengan la suerte de disponer de tanto material, o no disfruten de un domingo por la tarde ordenándolas junto a sus padres. Para mí, puede que esos sean algunos de los mejores momentos junto a ellos y procuro disfrurarlos intensamente, por ejemplo para colorcar sobre el tapete algunas de ellas y volver a inmortalizar con mi cámara los ya fotografiados moomentos, ya que algún día, esperemos que muy lejano, sólo las tendré a ellas (las fotos) para poder volverlos a ver... 

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