Lo más importante...
La Semana Santa es un mundo fascinante. Un mundo de esos en el que lo sentimental y lo trascendental, lo mínimo y lo máximo, están tan distantes como la arpillera lo está de su trabajadera y, sin embargo, lo disfrazamos alejándonos de todo lo que debería significar para nosotros esto que hacemos una vez al año, al menos, cuando nuestra hermandad se convierte en cofradía.
Todos hemos pensado, seguro que alguna vez, que la nuestra es la mejor. Indudablemente lo es para nosotros, pero seguro que los demás piensan que la mejor es la suya porque así nos hemos educado, avanzando en este mundo por los caminos de la envidia y de la lucha, ¿no?...poneos a pensar cuántas veces hemos visto un palio y hemos pensado, "¡puf! ¡vaya "levantá"!, pues nosotros levantamos"...cuántas veces sólo vamos a ver los desfiles procesionales para comparar lo suyo con lo nuestro. Cuántas veces un altar de cultos se ha convertido en una "guerra" de priostes y cuántas ésto no afecta a las relaciones entre las propias hermandades. Si esto ocurre a estos niveles, traslademos el problema a las cuadrillas de costaleros que es lo que yo vivo más de cerca y comprobaremos que todo viene a ser igual. Nos acusamos unos a otros de llevar la ropa de tal o cual forma, de ser "pinturero" o "purista", con pantalones "remangaos" o no, y muchas veces incluso tildamos a una cuadrilla de chula o esperpéntica sólo por la forma de llevar los costales que, curiosamente y para los detractores, son blancos, pero luego hay otras hermandades que los llevan igual aunque sean negros,...y sálvese quién pueda. Pero no sólo las modas de las ropas son los motivos de disputa entre unas y otras, ya que se cuentan las acciones de una persona sacándolas del contexto en que se realizaron y sin saber de qué va la historia, ensalzando a una y sepultando a otra, incluso después de que la situación entre esas perosnas (las verdaderas implicadas) se haya resuelto, o no, satisfactoriamente, y así hablamos de unos y otros al amparo de las barras de bar, de las copas de más y de la falta de todo, hasta llegar el punto de que, sin conocerse, ya se miran mal unos a otros, o lo que es peor, luego se abrazan como si fueran amigos del alma, eso por no hablar del desprecio que existe hacia cuadrillas de la ciudad sólo por el hecho de hacer las cosas como a ellos les gustan y alejándose de los cánones preestablecidos, aunque luego todos vamos a imitarlas, y no llegamos a entrar en el seno de las mismas por la fama que las precede cuando, en la mayoría de los casos, nos sorprenderíamos de lo que allí dentro se vive y que nos perdemos por los prejuicios que genera el desconocimiento (recuerdo, verbigracia, que cuando se implantó el costal en Granada, poco más que los que adoptaron esa forma para llevar sus pasos eran unos "chulos" y no eran granadinos, y mire usted por dónde van los tiros hoy en día).
El otro día, un amigo y yo dialogábamos acerca de esto, y de como hay "corrillos" dentro de la Semana Santa que nunca llegarán a entenderse cuando ambos luchan por lo mismo y se dejan a un lado lo importante...¿quién se ha parado a pensar en la de veces que otros ojos miraron a nuestros titulares antes que nosotros? ¿quién ha imaginado la de personas que tocaron esos respiraderos, que abrazaron a otros hermanos anteriores después de encerrarse la hermandad, que levantaron ese paso en otras etapas precedentes? ¿quién ha pensado alguna vez en la de nazarenos que antes que nosotros vistieron esa túnica? ¿quién piensa en la de siglos que lleva ahí la imagen que portamos, la de oraciones que le brindaron nuestros antepasados, y que nosotros continuamos? ¿quién piensa en que, al final, sólo Ellos permanecen?...por desgracia, nos seguimos quedando con lo de fuera, con el espectáculo, y nos preocupamos de trivialidades que no son más que cosas pusilánimes ante la verdad del drama que representamos, esto es, somos unos privilegiados por ser católicos en este mundo loco, por ser, además, cofrades y, por último, formar parte de la historia de Granada que se escribe cada año cuando la hermandad sale a la calle y eso, aunque yo no sea el más indicado para hablar de esto, es para mí lo más importante...
Del todo cierto. Pero nos ha tocado un tiempo en que lo superfluo y cultural, pero bajo el prisma de los folk, ha acabado por gobernarlo todo. ¿Para cuándo un rezo, un sentimiento, la asunción de un catolicismo que hizo nacer y sostiene todo esto?
ResponderEliminarPero "Abuelo", no seré yo quién detracte a nadie, pero esto mismo que denuncias tú y muy bien, luego tanto a ti como a mí, nos rodea, forma parte de nuestros grupos de amigos y tal vez, hagamos lo mismo.
Ahora, el día que la vida sea de los valientes que a sus propios amigos/hermanos les diga que un capataz (por ponerte un ejemplo) no va a hacer que yo deje de hacer estación de penitencia con mi "supuesta" devoción o que al no estar bajo un paso no estaré en la Hermandad de "mis amores" o al cabo, se nos vea más el plumero por los Cultos y la devoción real y cierta a Nuestros Titulares, entonces todo esto cambiará.
Mientras tanto, el que esté libre de pecado... y que nos apedreen a todos.
Es porque no estoy libre de pecado, querido David, por lo que he puesto que no soy el más indicado para hablar de esto, pero me gusta reflexionar de vez en cuando.
ResponderEliminarUn abrazo
Tienes más razón que un Santo. Lo primero es la devoción, darnos cuenta realmente de por qué Él murió, intensificar durante esa semana nuestra penitencia, que será la que nos haga más humildes el resto del año. Gran entrada amigo. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
ResponderEliminarhttp://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/