Cartas...
Cuando las recibimos, siempre consiguen que nuestra mente se relaje al concentrarse en las sucesivas palabras que le van dando sentido a la misiva; no importa si son cartas de algún familiar que se encuentre lejos de nosotros, y que con ellas nos pone al día de lo que acontece en el seno de nuestra familia, consiguiendo que sonriamos al pensar en los hechos relatados, o si se trata de la carta que un amigo nos sólo por el hecho de contarnos cómo le va o para que compartamos con él los momentos de nuestro día a día; no importa si es alguien especial el que nos escribe, mejor si no es para contestar a nuestras cartas, sino porque ella nos escriba, lo que nos hace meditar acerca de la importancia que tenemos para ella, y que nos hace sentir por dentro esa extraña sensación de alegría y nerviosismo ante lo que tenga que decirnos...
Las cartas tienen la capacidad de hacernos sentir muchas cosas al recibirlas, según sean las cosas que nos quiera mostrar el que las suscribe, y pueden llegar a ser tan especiales que las guardemos siempre como recuerdo de lo que un día fue. Todos tenemos, segur que sí, alguna caja vieja de zapatos en la que guardar ese pedazo de nuestra historia que, paciente, espera a que lleguemos a ella para volver a vivir lo que viviéramos; todos hemos llegado alguna vez a emocionarnos al volver a releer algunas de las cartas que escribiéramos, sólo por el hecho de recordar al destinatario, si es que se alejó de nuestras vidas hace tiempo; todos le hemos escrito cartas a amores imposibles, poniendo en el papel blanco los verdaderos sentimientos que nuestra timidez ocultaba y que quedaron prisioneros en el sobre con membrete que nunca se envió...todos esperamos recibirlas, todos las hemos escrito alguna vez, y entre la colección de cartas que guardamos celosamente, siempre tenemos alguna favorita...yo he tenido la suerte de escribir muchas; algunas me gustaron más, otra menos, algunas no cumplieron fielmente su cometido, otras lo hicieron de sobra, pero todas me sirvieron para hacer llegar una parte de mí mismo a ciertas personas a las que necesitaba tener cerca y, por motivos distintos, no lo estaban. Desgraciadamente, he escrito muchas más cartas de las que he recibido pero, aun siendo pocas, resultaron ser las recibidas las que más me llenaron, de tal forma que seguí escribiendo cartas a pesar de no ser, en muchas ocasiones, correspondido.
Quizá lo más hermoso de poder escribir cartas es, a mi modo de ver, imaginar la cara que tendrá la persona que la reciba en ese momento de coger el sobre y entregarse a la lectura. Sólo por ese momento de felicidad, de curiosidad, de emoción que desata en el interior de una persona algo tan simple como recibir una carta, merece la pena seguir escribiéndolas, para que los míos sigan sintiendo tantas cosas...por eso, esta carta se está escribiendo hoy, para que llegue a una persona que, seguramente, no podrá leerla hasta dentro de unas días, cuando llegue a su casa y encienda el ordenador. Esta carta es hoy un mensaje de esperanza a través del verde fondo de esta ventana, para hacerle saber que no está sóla, y que pronto pasará este mal momento...esta carta sirve de ánimo, de alegría, de ilusión, de vida y, como he dicho antes de Esperanza, pero sobre todo, sirve para que esa persona, cuando pueda leerla, sepa que hoy yo me estoy acordando de ella...
Fuente fotografía: www.dinamicasjuegos.blogspot.com
Me ha gustado mucho tu reflexión sobre las cartas. Cierto es, y a mi me ocurre, pensar en la cara de quien las recibe al leerlas. Aunque existe el correo electrónico, yo sigo mandando alguna, pues siempre me ha parecido precioso. Me ha encantado amigo. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
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