Empiezo dos mil trece...
Empiezo dos mil trece a final de Enero, ya que el principio ha sido bastante ajetreado. Los que me conocen saben que no abandono mis obligaciones para con esta ventana por cualquier motivo, y los que esta vez me han mantenido apartado de ella han sido trascendentales; por fortuna, si estoy escribiendo esto, es que la sangre nunca llegó al río y ya todo ha pasado a ser una mera anécdota que le recordaremos cada vez que llegue Navidad.
Las medianerías de Diciembre me recibieron con contracciones, unas contracciones que casi me dan el gusto de que mi hija naciera el dieciocho de este mes, y es que cualquiera que tenga a la Esperanza como principio y fin de todas sus cosas sabe lo que hubiera significado para mí que mi esposa alumbrara a mi pequeña en esta fecha, pero no pudo ser y ella nació felizmente a las once del día diecinueve convirtiéndonos en las personas más felices del mundo desde el momento en que empezamos a escuchar su llanto. Si os digo que sonó a música puede que caiga en el tópico, pero os puedo garantizar que acompañar a tu mujer desde el primer momento, cogerle la mano para que sienta tus fuerzas, calmarle los nervios con palabras que sólo tú y ella entendéis, ver cómo se crea la vida entre sábanas blancas y ánimos de matronas hasta que, al fin, tu hija viene al mundo y llora, decir que el llanto sonó a música se queda corto, porque ese llanto fue la consecución de una historia que se había empezado hacía tres años, eran todos los sueños de una vida depositados suavemente sobre el pecho de mi esposa, era el sentido de una vida envuelto en una toallita por la que sólo asomaba la cara más bonita que he visto en mi vida...lo que yo sentí aquella mañana, lo que me transmitieron los ojos de mi esposa entre lágrimas, la alegría de llamar a toda la familia, de abrazarme con mi madre y abandonarme mientras los dos recordábamos momentos parecidos con personas ausentes; la emoción de mi familia política ante la llegada de su primera nieta y/o sobrina,...todo eso se quedaría en nada si dijera que su llanto sólo me sonó a música...ese llanto es la forma que tuvo de decirnos que había llegado, y que estaba bien; que era nuestra y que nosotros somos suyos para siempre; es la forma de encontrarnos con la felicidad y de estrenar un cariño especial, un vínculo de por vida en el que se firma un contrato sin vencimiento y por el que nos comprometemos a protegerla hasta que ella crea conveniente; con ese llanto sellamos un compromiso que nos tendrá en activo a cualquier hora y que nos llevará a desear estar con ella cada minuto de su vida...Se llama Candela, y su llanto me ha devuelto la Esperanza...
Fuente fotografía: www.crecebebe.com
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