Mi último escaparate...
Desde que empecé a trabajar en mi oficio, siempre me ha divertido cambiar los escaparates y ponerlos de acuerdo con las fechas que se van desarrollando, poco a poco, a lo largo del año. En Navidad, poner el Belén mas como puro entretenimiento frente a la, a veces, rutinaria labor del día a día, que por reclamo publicitario, y ocupar las horas de la mañana en colocar los adornos navideños que después los niños disfrutarán cuando pasen por la tienda. San Valentín, aunque no sea esta fiesta santo de mi devoción, ya que siempre he creído que el amor se demuestra día a día, y no con una caja de bombones el día catorce de Febrero, o incluso el día de los santos (mal que me pese), sirven para que me distraiga un poco pensando en qué gafas voy a poner, cómo las voy a distribuir para que cobren sentido y cuánto tiempo me va a invertir dejar todo como me gusta aunque luego vengan a poner "peros" los que nunca hacen nada; y hablando de peros, el día de la Cruz también sirve para que juegue a escaparatista aunque no sea fiesta en Almuñécar.
Desde dos mil nueve, fecha en que aterricé por la costa granadina para instalarme laboralmente, echando de menos Granada desde el primer día, el escaparate que más me ha gustado poner es el de Semana Santa. Bien sea por lo que me gusta esta época del año, bien sea porque es el que más juego da a la hora de montar, es el escaparate que más me ha llenado y, generalmente, también ha sido el que mejor ha quedado en las sucesivas ocasiones que he tenido que ponerlo. Llenar las puertas de la tienda con los carteles de la Semana Santa granadina, tan diferente en todo a la sexitana, me ha servido, entre otras cosas, para entablar amistad con los que venían diciéndome que, por favor, le guardara el de turno para su colección porque ellos sólo iban a Granada de vez en cuando y, de paso, para darme cuenta de lo orgulloso que me siento de la Semana Santa de mi ciudad, aunque ella englobe una gran disparidad de gente, a veces nociva para el intelecto. Nunca, sin embargo, os he ilustrado la Ventana con fotos de mis "logros" de escaparatismo, primero porque los resultados siempre son mejorables y, segundo, porque siempre he creído que no era motivo de post las gafas que los decoraban. Pero este año es diferente...este año me voy de mi puesto de trabajo a engrosar las filas del paro y ya no voy a tener ocasión, al menos en un largo período de tiempo (ojalá me equivoque), de colocar un escaparate y, a modo de despedida, quería dejar el que este año de dos mil trece decora ya la tienda que, hasta ahora, ha sido mi segunda casa ya que he pasado allí muchas más horas que junto a mi mujer o mi familia. Este año se acaba un ciclo, se cierra una puerta, pero la ventana de la Esperanza sigue abierta y nuevos e ilusionantes horizontes me esperan a lo lejos por lo que no ando triste, si bien sí un poco pensativo ante el apremiante futuro que me espera, aunque, lo más cercano en el tiempo es disfrutar de la Semana que se asoma a la vuelta de la esquina y que, desde poco después del Miércoles de Ceniza, se viene anunciando en Almuñécar a través de mi último escaparate...
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