Frases célebres
Todos hemos escuchado alguna vez una de esas frases célebres que nos han llegado al alma, e incluso tendremos nuestra frase favorita, con su autor incluido, que rescata del mar de la indiferencia y el anonimato al que la escribiera para poder ponerla nosotros en nuestra lista de frases de cabecera (la mía la podéis leer cada vez que entráis al blog), de manera que podremos decirla y aplicarla cada vez que venga al caso. Hay, también, páginas y páginas que llenan libros enteros dedicados a este tema, internet está lleno de ellas para que podamos encontrar la adecuada a nuestras necesidades sin tener que dejar patente nuestra, a veces, ignorancia en este tema. Puede que alguna vez que otra, cuando entramos a un WC público, nos haya llamado la atención soberanamente la capacidad de filosofar que han tenido los que lo han usado, dejando muestra de su intelecto floreciente en las paredes del mismo; o en el desayuno rutinario de cada mañana, cuando nuestra camarera (o camarero) favorita nos entrega el café con el azucarillo, podemos encontrar frases célebres inmortalizadas para nuestro bien en el papelillo con el que los fabrican.
Frases puedes encontrarte a diario en cualquier parte, y no siempre tienen que ser literatos los que las emiten, antes al contrario, de los labios más inesperados pueden surgir verdaderas obras de arte que podrían estar, por derecho propio, incluidas en todos los casos que he expuesto anteriormente, como a veces somos nosotros mismos los que decimos cosas de las que nos sorprendemos hasta el punto de anotarlas convenientemente, por si alguien se le ocurre plagiar nuestra ocurrencia. Pues bien, todo esto viene a que anoche, en una de esas reuniones familiares que surgen espontáneamente y sin prepararlas, acabé en un bar (cómo no) de nuestra Granada para tomar algo con mi tía, mis hermanas y sobrinos y, obviamente, con mi mujer y mi hija, y así abandonar un poco el axfisiante calor que, ahora sí, está empezando a hacer en la ciudad. En uno de las conversaciones que surgieron, mi hermana mayor me acercó el móvil que su hijo de siete años coge, de vez en cuando, para escribir en "notas" lo que pasa por su cabeza y, cual fue mi sorpresa, no sólo porque a esa edad a mi sobrino le guste plasmar lo que piensa en un papel (en eso se parece a mí), sino por la profundidad de la frase que había escogido para empezar su relato, dedicado a sus cosas del día a día junto a su padre y hermana. No he tenido más remedio que rescatarla y ponerla aquí, porque aun no me creo como una frase tan enorme puede salir de un cerebro tan chico, ¿o será que ya no lo es?...juzguen ustedes:
"Qué grande es todo para ser pequeño" (Ignacio Martínez Marín. 7 años)
Fuente fotografía: www.lacastilloesfera.blogspot.com
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