Momentos especiales...

 
Ahí me tienes, vestido de terno negro por más que he intentado evitarlo, aferrado a ese zanco derecho en el que mi hermano sigue entregándote el alma a cada llamá de nuestros amigos, y aunque sigo sin acostumbrarme a no arrastrarme por el suelo para meterme bajo tu paso de palio, si es verdad que voy sacándole el gusto a esto de ir por fuera, sólo por ver la cara de los que te miran al pasar. Podría contarte tantas cosas de lo que he ido amontonando en esas dos jornadas tan distintas que tendría para llenar bastantes páginas, ya que lo que me has vuelto a dar, Señora, me ha permitido juntar un buen número de emociones. Podría también, enumerar las sensaciones, tan distintas, que me envolvieron el pasado Viernes Santo, cuando acudí a tu encuentro con traje, yo que siempre era de pantalón blanco y costal bajo el brazo de camino a san José de Calasanz. Podría hablarte esta mañana de lunes, de el nerviosismo estrenado ante la diferencia de la jornada que se abría ante mí, de lo extraño que se me hizo no coger la zambrana para auxilio de mis hermanos en tu dificil salida, ya que tuve que andar con mil ojos para que los varales no rozaran la puerta. Te podría hablar, en fin, de muchas cosas, todas ellas comunes, a mi entender, a todos los que alguna vez nos hemos puesto un traje negro para llamar a tu paso.
 
Podría,...pero me quiero centrar en dos, sólo en dos momentos que rescato, por sublimes, de todos los que tuve el honor de poder disfrutar al ir "pegadito" a la gente que te lleva cada año, intentando aportar mis ánimos y mis ganas a cada uno de los miembros de tu cuadrilla, que también es la mía, y los dos tienen como principal motivo agradecérselos a la persona que los hizo posibles, a la que tengo la suerte de llamar amigo. El primero, no es ni siquiera del día de la salida, es completamente ajeno al ajetreo del Viernes Santo, y tuvo lugar en la intimidad de los ensayos cuaresmales, que es donde se concentra la esencia de todo esto, en donde se cuajan las cuadrillas y se crean las amistades, no en vano, quien hace un amigo bajo un paso lo mantiene para toda la vida. Fue en el primer ensayo, cuando la gente está preparada para el primer arreón, y el capataz inicia el camino que les habrá de llevar a la estación penitencial, cuando me pegó el primer pellizco; tras la oración que siempre precede a la primera llamada, el capataz de tu paso, Señora, tuvo a bien acordarse de mi hija, como se han acordado tantos en estos seis meses de su vida, y no pude evitar emocionarme, así que es de ley agradecérselo a él, que bien sabe lo que hemos pasado.
 
El segundo, lo llevaré guardado siempre durante el tiempo que tengas a bien dejarme a tu lado, Señora, y hasta el día en que falte de este mundo, porque después de tantos años a tu servicio, de intentar hacer las cosas lo mejor posible, de tener el orgullo de poder llevarte; después de tantos años disfrutando bajo tus faldones, aun tenías reservado algo más para mí. Después de tantas cosas vividas en este mundo de la Semana Santa nunca me imaginé que iba a vivir una jornada tan especial como la preregrinación mariana del pasado dieciocho de Mayo, así que nunca supe que iba a disfrutar como lo hice, simplemente almorzando con dos amigos geniales, ni que iba a tener el privilegio de ir junto a Tí y llevar destrás a mi Esperanza, así que nunca pude pensar que me iban a dar la oportunidad de llamar a mi maestro bajo tu palio, y que eso serviría para iniciar la chicotá que te habría de llevar hasta el interior de la Catedral esa mañana de sábado.
 
Que después de tantas cosas, uno de tus mejores amigos te deje el martillo de tu Virgen, es todo un privilegio que siempre agradeceré...Gracias amigo, por ese momento tan especial...
 
Fuente fotografía: archivo de Jose Carlos Martos

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