Llegando al final...

Estamos llegando al final, pero el final me cuesta lo indecible. No hay nada más agobiante que intentar llevar al día unos estudios, por mínimos que éstos sean, y compaginarlos con un trabajo que, además, te mantiene ocupado todo el día sin tiempo más que para ponerte la bata y esperar a que entre gente, de diez a dos, de cinco a ocho y media, dejando sólo unos pequeños huecos por los que escapan, sin quererlo, la mujer, la hija, los amigos y las aficiones...Paso las horas entre ordenadores y fotos editadas, láminas de dibujo y análisis de spots publicitarios, a la par que mi esposa y mi hija me reclaman para que les preste un poco de esa atención que, de un tiempo a esta parte, sólo se llevan los libros.
 
El tiempo pasa y el agobio crece, en este sprint final en el que me encuentro inmerso por decisión propia y qué no sé muy bien si me valdrá para acabar la carrera como ganador o como cuarto clasificado, ese puesto tan cercano a la gloria que hasta duele, pero sin ningún tipo de recompensa.
 
Los días se van volando, tan rápidos y fugaces que no sé si los vivo o me los como en el almuerzo que apenas mastico y que engullo como los rumiantes para digerirlo, más tranquilo, a la hora de la siesta. Queda poco para el final, los ánimos son dispares, los sentimientos ni te cuento, estando lo mismo triste, que eufórico, que meláncolico, que irritado, dejando que fluyan a su antojo sin prestarles atención porque, si lo hago, pierdo tiempo que necesito para otras cosas...cuando me den las notas, cuando vea si ha merecido la pena el esfuerzo, me va a parecer mentira no tener que levantarme para estar en clase a las ocho y cuarto, irme a trabajar después, volver a clase, llegar a casa y come rápido, hacer trabajos, irme a la óptica y llegar rendido para cenar y acostarme, con mi mujer cansada de su día y mi pequeña ya bañada y cenada...
 
No tengo vida, o la que tengo no la disfruto como debiera, pero estamos llegando al final...

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