Esa calle...

Me lo pueden preguntar cien veces, y ciento una les contestaré lo mismo: esa calle es uno de los mayores descubrimientos que he hecho, de un tiempo a esta parte, para mi deleite cofrade. Mi retina semanasantera, que ya creía que había retenido todos los momentos, todas las imágenes de nuestra Semana Mayor, se equivocaba torpemente, como la Paloma de Alberti, y yo, como ella, no pensaba que después de tanto tiempo viendo cofradías, un enclave de la ciudad me iba a resultar tan emocionante, tan completo y tan gratificante.

Antes, cuando no sabía que esta calle estaba, ya que sólo he pasado por ella en Martes Santo (valiente granadino estoy hecho...), prefería Elvira a la altura de Hospitalicos, o cuando Ella asoma a la altura del "moro" para embocar san Matías, o la buscaba por Cárcel Baja hacia Villamena para llenarme de ese ambiente especial que se apodera de Granada cuando Ella está en la calle; eso era antes, claro; pero ahora...ahora sólo quiero esperarla al salir de Catedral, cuando el tambor no hace acto de presencia por no molestar a la hermandad que, dentro del templo metropolitano, hace estación de penitencia, y el único sonido es la voz de Luis, los varales del palio, y el racheo de su cuadrilla. La candelería ilumina ténuemente la cara de la de Risueño y san Jerónimo se abre a Ella, porque luego habrá de estrecharse mucho, para que los balcones se encojan y no rocen los remates del varal, cuando el palio revire hacia esta calle.

La lastimera luz de los faroles incandescentes, que parecen sacados de un tango de Gardel, hacen del momento un conjunto de luces y sombras, de resplandores de llamas y oscuridad momentánea, cuando la derecha alante, siempre valiente, empieza a mandar sobre el resto y la Virgen entra en esa calle, sonando las marchas que se habrán pensado en la noche de Reyes (más o menos) por el bueno de Santi y la unión de todo esto hace que los sentidos no sepan dónde prestar atención, si el sonido, si la vista, si el olfato...es tan grande este momento, que agradezco estar de relevo, a pesar de los pesares, cuando la Esperanza pasea por Baratillos...

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