Las mil y una noches


Cuentan que la colina roja de la Alhambra fue una fortaleza en la que se vivieron tiempos de esplendor, hasta tal punto, que los reyes cristianos fijaron su residencia en el palacio, y que un rey árabe salió llorando de sus murallas para no volver jamás...

Desde entonces, la Alhambra, y la ciudad a la que ésta se asoma desde su pedestal, son cristianas. Lo dice la Virgen de las Angustias cada Sábado Santo al atravesar las puertas del que fuera residencia árabe. Lo dicen las iglesias erigidas sobre los cimientos de las antiguas mezquitas, y lo dice también, la lengua que hablamos sus habitantes y que sabemos de los tiempos pasados merced a los libros que nos cuentan la historias que aquí se vivieron. Granada fue el último bastión árabe en la península, cosa que corrobora la pequeña Granada sobre el escudo español, acaso colocada ahí como referencia a lo que le costó a sus majestades tomar Granada, por lo que Andalucía ya era cristiana cuando Granada lo fue también, y así seguimos, en nuestros días, honrando a Jesús y su Madre en cualquiera de las ciudades andaluzas. Pero, ¿eso es así realmente?...aparentemente sí, en general, pero siempre quedan pequeños sitios, lugares recónditos y estratégicos de las provincias de nuestra comunidad en las que el tiempo parece no avanzar, en las que todo se une para darnos la sensación de vivir en otro país, en otra civilización, en otra época quizá, viendo como asoman por doquier los puestos de los comerciantes que hacen de nuestras ciudades una mezcla de culturas en las que todo convive, y pudiendo disfrutar de todo lo que nos ofrecen. Es en estos lugares, en los que nos trasladamos, sin movernos del sitio, a las mil y una noches... 

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