Mañana será otra cosa...


Vuelven a sonar dentro de mí los ecos de las canciones desafinadas que cantábamos en la ducha, en un tono tan alto que hacía que los vecinos nos dieran golpes en las paredes en ese instante justo en el que la sorpresa da paso a la carcajada limpia, rompiendo a reír sin freno ni ataduras, hasta que las lágrimas cegaban nuestros ojos y el dolor de barriga nos recordaba que teníamos cuerpo...vuelve la habitación semioscura con balcón a ningún sitio, y contigua, más pequeña y menos ruidosa, en la que tantas veces jugamos a no dormir enredados en las sábanas. Vuelve el tacto de tu espalda en mis manos, el color de tu piel iluminada por el sol que se colaba por ese hueco que no tapaba la destrozada persiana, y vuelve mi felicidad de nuevo a salir a la palestra, a responder las cuestiones de un nuevo examen de vida. 

-"¡Un Rioja crianza, si es tan amable!" 
-"¿el de siempre?" 
-"por favor"...

Cada vez que saboreo una copa de vino, me viene a la memoria también la huella de tus labios sobre la copa, tus ojos medio vidriosos por efecto del alcohol, tu conversación acelerada y la música de tu risa. Te veo sentada frente a mí, desprendiendo de la comisura las últimas gotas que, atrevidas, quieren quedarse en tu boca, con ese gesto tan femenino tuyo y tan personal que siempre me cautivó. Te veo sosteniendo la copa, suavemente, como si pusieras en moverla los cinco sentidos de tu entendimiento, mientras el vino se mece en su interior, mientras hablas conmigo, mientras nos olvidamos de todo y de todos los que, en el bar, no pueden apartar la vista de tí, dejar de estar pendientes de tí, de tus movimientos, de tu pelo, de tus pecas sobre esas mejillas que están empezando a cambiar de color y me siento orgulloso y feliz de que ese día decidieras estar conmigo, y no con ese otro que tanto te gustaba; me alegro de que escogieras la opción más equivocada para convertirte en mi compañera...Te siento cerca, a mi lado, y lejos, muy lejos, a pesar de no separarnos ni media cuarta, la que hay entre la barra del bar y nuestros cuerpos, mientras la música suena y todo me parece bien, porque tus dedos han empezado a jugar con los anillos, señal de que te sigo poniendo nerviosa a pesar de los años transcurridos...

Dejo mi bebida en la barra, y la copa medio llena me habla de que todo irá bien, que el futuro nos vendrá rodado, aunque la vacía no persevera e intenta propinarnos una fuerte patada que nos haga ver la realidad más brutal, la más terrible, justo como a ella le gusta, pero nada puede contigo... me quedo con la medio llena, la que me tiene bailando contigo una lenta, y llenándome con tu perfume, con la suavidad de tus manos y el calor de tu aliento susurrando imposibles en mi oído. Me quedo con el calor que da el vino en el cuerpo, con el sabor de tus labios en los míos y tus ojos clavados en mis ojos, me quedo con la imagen de tu blanquísima sonrisa enmarcada en un rojo "putón" que diría Loquillo, y levanto la copa de nuevo, la sostengo en mi mano intentando imitarte sin conseguirlo, miro al frente y brindo contigo...esta noche estamos aquí, mañana será otra cosa...

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