Feliz año...


Todo pasa y, poco a poco, se nos ha ido un dos mil quince que ha dejado de todo, y esperemos que no haga alguna trastada en estas pocas horas que quedan para despedirlo. 

Las despedidas, valga la redundancia, son eso, despedidas; algunas tristes, porque la incertidumbre aparece para no dejarte ver con claridad cuándo volverá el ser querido que se queda en el aeropuerto, en la estación de autobuses, que te besa en el coche o desaparece tras el dintel dejándote cargado de maletas y, como he dicho antes, incertidumbre. Pero hay otras despedidas menos tristes, ésas que surgen cuando dejas a tu hijo en el colegio sabiendo que a las pocas horas irás a recogerlo, o las que se sellan con un beso y un "hasta luego" al cerrar la puerta a media tarde para volver a la noche y cenar en casa...Yo he vivido las dos, las que me dejaban sumido en la desesperanza cada lunes por la mañana, durante cuatro años, para enfrentarme a una semana en soledad, y las efímeras que antes de que te des cuenta dejan de ser despedidas porque ya estás de regreso. Obviamente, ¡qué queréis que os diga!, me quedo con éstas, por eso quiero desearos a todos una salida de año así, de las fugaces, de las que te dejan buen sabor de boca, y que el dos mil dieciséis sea vuestro año para todo lo que vayáis a emprender...

Que tengáis una muy feliz entrada de año y un dos mil dieciséis lleno de Esperanza...esto está acabado...   

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