Navidad...

La Navidad es para los niños…eso es lo que siempre he escuchado de mis mayores, que veían como el discurrir de los días y los años hacían mella en su optimismo, al comprobar cómo les iban faltando algunas de las personas que marcaron esas fechas en su infancia. A mí, empero, siempre me ha gustado la Navidad, porque siempre he sido (y seguiré siendo) como un niño pequeño que despierta a la magia de las luces en las calles, de los adornos en los comercios y las casas, de los mantecados y dulces típicos, de juntarse con la familia y los amigos y, sobre todo, de las tradiciones que mis padres me enseñaran y que hoy siguen en pie a pesar de los años transcurridos.

Este niño grande, que se sigue emocionando con la llegada de los reyes, también se acuerda de cuando su abuela escondía los dulces en el mueble del salón, y los sacaba presurosa después de comer para que cogiéramos los que gustásemos. Y se acuerda de las Nochebuenas en casa de sus tíos, o de las fiestas de fin de año al despertar la adolescencia, o de los paseos por la Granada de siempre, junto a su padre, para recorrer los belenes que participan en el concurso de cada año. No obstante, para mí el primer premio siempre se lo ha llevado él, que con tesón y paciencia infinita, decoraba el belén de casa a pesar de tener una mujer y cinco niños alrededor queriendo meter mano en su factura. Un padre, desde hace tiempo un abuelo, que aunque mayor, conserva el sentido de la proporción, el de ver las cosas antes de plasmarlas y la precisión de antaño para con las luces, que da como resultado el nacimiento que se coloca en nuestra casa nueva y que me permite, nos permite, a mi mujer, a mi hija y a mí, entre otras muchas cosas, ver la Navidad a través de otros ojos…




Efectivamente, la Navidad es para los niños… 

Comentarios

Entradas populares