Alfa y Omega...

En dos perfiles se concentra todo; el principio y el fin de una Semana que, a pesar de los años transcurridos y si bien no es igual que hace unos pocos, me sigue llamando de una forma u otra. Dos perfiles en los que se halla la razón de todo aunque todo sea distinto en cada uno de ellos. Uno me habla de comienzo, de despertar, de fuerzas intactas y por estrenar, de amanecer, de una Semana niña que empieza a descubrir sus calles, sus olores y sus recónditos rincones preferencia de los fotógrafos; un perfil en el que se dibuja la sonrisa del niño que tiene todo por delante, que habla, aun sin palabras, de juventud y de ganas, de un "tarro de las esencias" por destapar y de volver a empezar de nuevo, cada año, cuando te aprietas la faja en el mismo sitio, con las mismas caras por testigo, aunque con más arrugas en su cara y experiencia en su charla. Me habla de debut, de esos años en los que los amigos quedaban contigo, mucho antes, para ir todos juntos al ensayo y, quien sabe, prolongarlo hasta altas horas de la madrugada después, algo que mi estado actual no me permite. Un perfil que, como no podía ser de otra forma, me habla de felicidad, y de Esperanza...


El otro, se opone a lo anterior; es un perfil que me habla de madurez, ésa que he obtenido en sus trabajaderas a lo largo de los años, de rostros amigos que ya no sufren conmigo en sus entrañas, de tiempos que se fueron para no volver en los que iba con mi hermano a su igualá, a sus ensayos, y a su salida. Un perfil que me habla de ocaso, de un fin de mi vida costalera que cada vez veo más cercano y que ni siquiera su honda pena consigue retrasar, a pesar de que estoy viviendo mis mejores años junto a Ella. Un perfil que tiñe todo del morado de su manto, del negro luto de la muerte de su Hijo para recordarme, severo, dulce e inalterable, que todo tiene un fin, y que la semana, como tantas cosas, ha de acabarse. Un rostro sereno en el que el Mayor Dolor me dice que está a punto de cerrarse un ciclo, y que las puertas cerradas del templo van a ser, en breve, algo más que una estación de penitencia terminada. Ese perfil me dibuja en el costal la nostalgia por las fuerzas que se quedaron en el camino, por la gente que no pudo aguantar más, por los años que pasan, poco a poco, y sin remedio. Ese perfil es el que me hizo costalero, el que me dió oportunidades, el que me abrió puertas a otras cuadrillas y, ahora, será también el que cierre la definitiva, ésa que ya no volverá a abrirse, aunque para eso queden aún unos añitos; un perfil, el mío, que habla de hechuras diferentes bajo el paso, de una cuadrilla que resiste a pesar de los envites, y en el que se plasma el orgullo por haberme permitido llevarla tanto tiempo; Un perfil que no me canso de mirar, el perfil de la cara más bonita (a pesar del perfil anterior) que tiene mi Granada...



Uno y otro, empero, me hacen sentirme diferente, al menos, una semana al año, y ellos son mi Alfa y mi Omega, el principio y el fin de una semana que sigue marcada, como siempre, por dos nombres de mujer, dos ríos caudalosos en fervor por los que discurre, hacia el mar, una vida costalera...un año más se echa encima, y después, que sea lo que Ellas quieran...  

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