Sueñen...
Yo soy de medias luces de faroles dubitativos, que alumbran, ora sí, ora no, callejones solitarios donde se olvida el alma y se recuperan los valores del romántico. Soy de adoquines mil veces paseados, de paredes donde se graban los amores y los nombres de los que aparecen no nos dicen más que allí estuvieron, y que dejaron su impronta, a su manera, sobre las cales maquilladas por el tiempo.
Soy de una ciudad en la que vive todo eso a la sombra de cualquier magnolio, y donde la dama de noche perfuma los barrios castizos donde viven los poetas. Soy de soñar, mucho y sin descanso, cuando me pierdo en los ojos pardos que me hablan de cosas compartidas, cuando sostengo su mano camino de nuestros rincones y cuando su risa pone banda sonora a todo lo que surgió de aquel encuentro, Soy así, soñador, y en cada uno de ellos en los que me sumerjo a cualquier hora de este mes, vuelvo a aparecer ante mí mismo con las armas prestadas por un niño rubio, muy pequeño, que sonríe ante una terraza semiabierta una fría noche de Enero...mañana será esa noche, de nuevo, y el niño volverá a aparecerse, rodeado de sus hermanos, sus padres y su perro, para decirme que ha pasado el tiempo y que, ahora, la que espera ilusionada ante el balcón es una pequeña de tres años que se asoma al mundo de mi mano...el niño sigue ahí, pero guardado, es la hora de soñar, sueñen bonito...
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