33...la música
Cierro los ojos, me tumbo en el sillón y, con el Hi Fi al volumen justo para envolverme en las notas, me imagino esa calle en la que la luz de la mediatarde acompaña el deambular de la hermandad. Da igual si abre calle, acompasa los pasos cadenciosos del Señor, duerme a la Virgen que se ahoga en suspiros, o si rompe el silencio en la madrugada mientras un Cristo renacentista enmudece a Granada. La música, es un componente indispensable para que la emoción venga a nosotros y la Semana Santa sea Semana Santa. Da igual, no importa, la música nos pega el pellizco en ese momento en el que el cuerpo se prepara para todo lo que está viendo, el vello se eriza, el escalofrío recorre la espalda a lo largo de la espina dorsal y sacude el espíritu antes de que, al fin, aflore la lágrima y nos veamos en el mismo lugar de siempre...qué curioso, que no por vistas las mismas imágenes dejan de emocionarte...
Con los ojos cerrados, como gusto de hacer las cosas que me calan dentro, me veo pisando el adoquín de la calle que necesito para ser yo, agarrado de diferentes manos a lo largo de la vida, a cual más importante...esa mano callosa, primero, que tenía que sujetar estirando el brazo y que me hacía sentirme protegido; esa mano suave, perfumada, después, a la que le descubrí esa calle una tarde de primavera, siempre parecida, siempre distinta, cuando la música, también, me dió valor para hablarle al oído y, por último, esa mano pequeñita y regordeta a la que voy introduciendo, poco a poco, como hicieron conmigo hace mucho tiempo...da igual, creedme, en donde la escuchéis, o cómo lo hagáis, porque siempre os llenará igual y os evocará lo mismo...quizá os veáis con vuestro padre, o debajo de un paso, o abrazados a alguien, o llorando por alguien, o enseñando a alguien, o...da igual, la música, siempre, os apretará el corazón de la misma forma y, al hacerlo, os sentiréis, una vez más, vosotros mismos...
Con los ojos cerrados, como gusto de hacer las cosas que me calan dentro, me veo pisando el adoquín de la calle que necesito para ser yo, agarrado de diferentes manos a lo largo de la vida, a cual más importante...esa mano callosa, primero, que tenía que sujetar estirando el brazo y que me hacía sentirme protegido; esa mano suave, perfumada, después, a la que le descubrí esa calle una tarde de primavera, siempre parecida, siempre distinta, cuando la música, también, me dió valor para hablarle al oído y, por último, esa mano pequeñita y regordeta a la que voy introduciendo, poco a poco, como hicieron conmigo hace mucho tiempo...da igual, creedme, en donde la escuchéis, o cómo lo hagáis, porque siempre os llenará igual y os evocará lo mismo...quizá os veáis con vuestro padre, o debajo de un paso, o abrazados a alguien, o llorando por alguien, o enseñando a alguien, o...da igual, la música, siempre, os apretará el corazón de la misma forma y, al hacerlo, os sentiréis, una vez más, vosotros mismos...
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