Melancolía...

Me gusta este estado de ánimo, si es que se le puede llamar así, en el que mezclo tantas emociones en un vaso calentito de café y lo remuevo lentamente mientras miro por la ventana, cerrada, para no dejar entrar el frío de la mañana.
La lluvia ha vuelto a dejar su húmeda huella sobre los cristales, el vaho propio de la diferencia de temperatura permite que mi hija desate su vena artística en ellos, mientras que mi mujer anda por ahí, diciendo no se qué de la niña y los dedos. Me afano en no pensar, sólo me abandono a la imagen de la ventana, en la que la planta se desvive por tomar algo de calor que no acabe por congelarla, y el nublado de fuera, la caída intermitente del agua, el frío matutino, y el pijama que aún llevo a pesar de la hora, me siguen hablando de domingos de invierno, y de melancolía...

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