Granada en cien fotos


Cuando paseas por Granada, dejándote caer por sus transitadas calles, es bueno a veces meditar un poco acerca de qué es lo que se está viendo, o qué aparece ante tus ojos, para entender así cómo Granada se hizo Granada, mucho antes de que nuestros pies deambularan por su pavimento. Al bajar la calle, bañadas las paredes por el sol de mediatarde un domingo cualquiera, me fui contagiando del ambiente que tiene mi ciudad los días previos a una de sus fiestas grandes, me dejé arrastrar por la euforia, por la proximidad de los días, por el clima primaveral que todo lo inundaba ya, por la belleza del instante y las mano en las mías de las mujeres más importantes de mi vida, y disfruté tanto, que no tuve menos que dejarme llevar por todo eso y enfocar por el visor la puerta que se asoma a la fotografía como un general se planta ante su tropa, serio, altivo y firme, sabedor de que todo responde ante él o se atiene a las consecuencias. Una puerta, una escalinata, el barrio del Apóstol, la tarde en calma, y el ruido de tacones, risas, platos que se trajinan en las terrazas colindantes, me hicieron pensar por un instante en lo que tuvo que pensar aquel que encargó tan solemne obra para que perdurara por los siglos de los siglos y concluí que estoy totalmente de acuerdo con él...Granada bien vale un imperio. 

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