luces y sombras

 
No hay una luz sin su sombra, éstas coexisten con aquéllas, ligadas siempre, unidas siempre, llenando todo con su continuo juego de oscuridades y penumbras, haces de luz, y pequeños puntos luminosos. No existen las unas sin las otras, cuando hay luz en un lugar, la sombra aparece en el lado contrario, de las que se sirven, para existir también, las caricias y los besos fugaces a cuyo amparo se producen. 

Granada está llenas de luces y sombras, en el toreo aparecen dividiendo a la plaza en sombreros y abanicos, gafas de sol frente a las camisas sin surcos de sudor y olor a perfume de la zona más oscura; no digo yo que esta sea una diferencia de ricos y pobres, ni lo diré, pero huele mejor en la zona de la sombra...sus calles saben de esta eterna lucha por dominar los rincones, produciéndose una batalla conforme el sol avanza en el cielo y nos va dejando su rastro de colores y reflejos, colándose por las grietas de las paredes, la abertura de una ventana, o el mínimo "hilillo" que le sirve a la vieja de turno para enterarse de todo; no ha luz sin sombra como no hay victoria sin derrota, porque de su dualidad surge su existencia, y la una sería menos sin la otra. La tarde, en su ocaso, abandona su cuerpo de día para entregarse a la noche, permitiendo que por los infinitos puntos de la celosía árabe atraviese su luz ya menguada, y somnolienta. Los juegos se vuelven a suceder y la ventana se refleja en el suelo que lleva a su vez, la marca del sol de la tarde que se bate en retirada, mientras todo apunta ya a la noche que se nos viene, para que sigamos en esto de contar luces, y sombras...

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