Juegos...


Está sentada, no se sabe muy bien cómo, ya que ella es de no parar esté dónde esté, y los nervios se la comen de las ganas que tiene de correr a su encuentro. El otro, o la otra, según se mire, que el compañero de juegos no tiene sexo (o los tiene ambos), se acerca sigilosamente hacia ella, como si no quisiera que notara su presencia, pero eso es imposible; se aproxima, la roza, y ya está ella saltando otra vez hacia detrás, porque de lejos, quiere jugar, pero de cerca ya es otra cosa. 

Con el paso de los minutos se van entendiendo, uno y otro saben ya como actúan, cómo piensan, y aunque el otro, por ser más viejo, sabe muchas más cosas que ella y no debemos fiarnos del todo de él, se va adaptando a ella, hasta que se parece que se van a compenetrar y poner de acuerdo. Ella sigue a lo suyo, sentada en el suelo acercándose también, poco a poco, pero él la descubre y salta rápidamente hacia ella para que ésta vuelva a gritar entre risas y suba de nuevo para arriba buscando nuestra complicidad. 

Nos gusta verlos juntos, porque somos amigos de él desde hace mucho tiempo, ya que nos vio nacer a ambos, y nos ha reunido unas cuantas veces a toda la familia para compartir algún que otro rato juntos. Días, semanas y algún mes que otro, tardes sueltas que no te ocupan ni las ocupas, y que inviertes en pasar unas horas junto a él, contándoos las cosas que os han pasado durante el tiempo que no os habéis visto. Cuando la veo jugar, correr de un lado para otro, buscándolo, llamándolo, me veo a mí, con su misma edad, haciendo exactamente lo mismo, y él sigue, a pesar del tiempo transcurrido, como el primer día que me lo presentaron...qué cosa es ésta del paso de los años, en la que el deterioro no afecta por igual, en ningún caso.

Ella sigue moviéndose, torpe e insegura; me mira y se ríe, me dice que vaya, mientras su madre sufre porque la ropa no es la adecuada, y yo me quedo quieto, mirándola, riéndome, y cogiéndole la mano para que pueda seguir jugando, por lo menos hasta que sea la hora de volver a casa....

Ella lo busca,
pero él no espera;
ella lo llama, 
él la contempla.

Suben y bajan
mor de los vientos,
del mar, las olas.
Ella lo quiere,
si juegan juntos
sus pies se mojan...

Así es la vida;
siempre atardece,
pasan las horas.
Ella se seca,
la mar busca otra
noche,
desnuda, y sola.

fuente fotografía pixabay

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