Paseo...
Soy de pasear, ya que paseando se descubren cosas que, a veces incluso, pueden llegar a ser tesoros según sea el ojo que las ve, o la mano que las coge. Soy también de salir de Granada, de dejar mi zona de confort para buscar nuevos sitios, nuevas fotos, nuevas letras con las que llenar mi siempre vacía libreta, y empaparme del alma de cada sitio para hacerlo un poco mío, y enriquecer mi colección de imágenes que vislumbrar después, cuando la tela translúcida del tiempo me las muestre de otro modo.
En mis paseos, la cosa más simple puede ser extraordinaria, quizá porque nunca los hago sólo (bueno, de vez en cuando), y siempre me acompañan personas extraordinarias que aumentan, más si cabe, la ya de por sí enorme carga emocional que pongo en cada cosa que intento. Para llegar a los sitios, si somos de Granada, mejor andando, ya sabéis, pero en todas las ciudades eso no es posible, por lo que hay que desplazarse si queremos encontrar nuevas perspectivas, que es lo que cada cosa tiene que ofrecernos, ya que un mismo lugar es el mismo lugar siempre, pero lo hacemos único cada uno de nosotros, con nuestra perspectiva.
Así, recorrer Sevilla en coche, llegar a las puertas del Parque de María Luisa, y dejarte llevar por el color, la luz y, como siempre, la compañía, es un alimento para el alma. Recorrer, sin prisa, nunca tengáis prisa cuando visitéis una ciudad, la Plaza de España y que se te llene la mente de "Suspiros de España", sentarte y disfrutar de una cerveza fría y un montadito, mientras juegas con esa niña rubia que es como tu sobrina, y hablar de lo que tanto te gusta con los amigos de verdad es un ejercicio que habría que hacer cada fin de semana, aunque la distancia no nos permita más que cada seis meses, por lo que se coge con más ganas el momento, y te llena mucho más.
Paseando, me fijé en el contraluz de la tarde a través del muro del edificio que preside la plaza de los españoles en Sevilla, y busqué la foto que quería, porque después ella me hablará siempre que la mire, de mis amigos, de su ciudad y del tiempo que va pasando. Alguien sólo verá una farola, pero yo veo un domingo luminoso, una ciudad para vivirla a cualquier hora, y de un más que agradable paseo...
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