El gran olvidado...
Esta mañana quiero romper una lanza en favor de esas playas por las que nadan mis veinte años, y aprenden a hacerlo mis dos, que han pasado de ser solares, con absolutamente nada, a salpicar la pared de la montaña de bloques de pisos, y en las que aún quedan zonas a las que se puede ir tranquilo, si quieres huir de la masificación de sombrillas y tipos "ahora es cuando se está bien aquí".
Quiero hablarle a esas profundidades, a perder el pie nada más entrar al mar, a la temperatura que te refresca, que te da un pellizco cuando te metes pero te atempera el cuerpo, no a esas de kilómetros de arena en las que no puedes nadar y sólo andas, y su agua templada no ayuda con el calor de los estíos. Quiero piropearte a ti, litoral de roca pura y dura, de pueblos hechos a partir del monte, de "Casa Paco" y "Tito Yayo", de Góndolas y plazas del Choco, pero también a esa que tiene forma de Herradura, a La Mamola, Castell y la Rijana, y a todas aquellas que la gente sólo conoce de ver su nombre en los paneles de las salidas de autovía, sin haberse atrevido a echar el intermitente y sorprenderse.
Playas de verano granadino, potente y maleducado, que asola al veraneante y lo hacer hervir, literalmente, salvo cuando se sumerge en sus limpias aguas, pero de un invierno agradable y hospitalario, que invita a recorrer sus "callecillas" al mediodía, y a sentarse en sus terrazas con una cerveza fresquita y nombre de monumento. De una primavera única, con una Semana Santa diferente y unas tradiciones arraigadas en su solar, como lo están las casas al mar que ha alimentado a sus pescadores durante siglos, no olvidemos que los fenicios ya la quisieron para sí, hace muchísimos años.
El Muerto, Cotobro, Tesorillo, son nombres que sólo a los granadinos nos dicen algo, como le dice cada año su Virgen del Carmen a los Marinos, ya que para el orbe andaluz no hay más playas que las de Almería, Málaga, Cádiz y Huelva, siendo las granadinas las completas desconocidas, quizá porque la autovía ha sido un desastre de construcción con el que han jugado gobiernos y gobiernos, dejando en la pobreza al puerto motrileño, a una hora de la Alhambra, que nunca ha llegado a desarrollarse plenamente pudiendo haber sido la riqueza de la ciudad. El turismo, casi en su totalidad, huye de Granada si busca el mar, pero ya le digo yo que se equivoca, que aunque las banderas azules prefieran a sus hermanas mayores, las playas granadinas invitan al descanso, a disfrutar del submarinismo, del tiempo libre y de sus maravillosas aguas, con una amplia variedad de sitios desde una punta a otra de su litoral que, al menos hoy, en esta página de fondo verde, dejará de ser el gran olvidado...
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