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a hermandad espera, tras la puerta cerrada del templo que separa el tiempo, a que llegue la hora exacta de poner la cruz de guía en la calle y esos momentos son un ir y venir continuo de diputados organizando sus tramos, de priostes apretando todo para que no falle nada, algunos incluso antes de entrar al paso que ellos mismos han montado, y un revuelo de nazarenos, mantillas, costaleros y enseres...
Pero también, y eso creo que es lo más bonito de todo, un ritual en el que caen, año a año, los cofrades de todas las hermandades, que lleva a cada uno a su sitio de siempre, el que cada uno tiene, para hablar con Ellos antes de que todo comience. En ese ritual, tras santiguarse y sellar con un Padrenuestro o un Avemaría la alianza entre ambos, buscamos en el tramo infantil a nuestros hijos y sobrinos, luego al de nazarenos de palio para darle un beso a nuestra esposa, antes de abrazarnos con nuestros hermanos, debajo del paso, o frente a él, dejando uno el costal y otro la caña para poder hacerlo. Después, las puertas del templo se abrirán y, en el relevo, ya el Señor y la Virgen en la calle, mil besos al resto de hermanos y a tus padres, que hicieron posible que ese día sea uno de los importantes para la familia...
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