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ay una Semana Santa, también, desconocida. Una que, aun siendo nuestra no nos pertenece, porque es propiedad de ese día que no vemos y que sólo sabemos de ella por las publicaciones, las fotos, los carteles y lo que los amigos nos cuentan.
De esa Semana Santa próxima y distante, apenas percibimos una trasera de palio que se esconde en una calle, un color de túnicas que avanzan, la sombra de un crucificado o los ecos de una banda que nos constatan que está ahí, pero no la vemos. Quizá esa Semana Santa de los sentidos no afianzados nos hace estar expectantes a cualquier cosa que proceda de ella, quizás es más bella por eso, quizá nos gustaría saber más acerca de sus cosas...
Pero es imposible... No podemos, porque esa Semana Santa es la que vemos a través de las aberturas del capillo, la que nos llega tamizada por la túnica y la que pertenece al mismo día en que nosotros somos cofradía y no ciudad, somos historia y no presente. Por eso nos gusta tanto esa Semana Santa...cuando llega ella, nosotros somos nosotros...
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