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…Mañana será otro día…piensa mientras acaricia la frente de la que, gritando y empapada en sudor, se ha levantado sobresaltada por una pesadilla, llamándola a voces y no queriéndose separar de su cuello, diciéndole que no se vaya. Sentada en el borde de la cama, seca las lágrimas que resbalan por la mejilla regordeta y sonrosada, mientras su mano busca su molde en la otra más pequeña, respiración entrecortada, sábanas rosas y peluche. Su cuerpo está en la cama, pero su mente está en otro sitio; otra cama, la del hospital en la que, también gritando y empapada en sudor, empujaba para dar a luz a la que aún no consigue dormirse, abanicada por su nervioso marido que sólo podía hacer eso; bueno, eso y decirle que la quería, temeroso al máximo, impaciente al máximo, orgulloso al máximo. Recuerda su llanto, y cómo se la pusieron encima, todavía con el cordón umbilical, su húmedo contacto, su calor, y el apresurado latir de un corazón que, a partir de ese instante, ya latía fuera de su cuerpo. Recuerda la sensación inexplicable de querer hasta el extremo a una personita que sólo tenía nombre, y que ya lo era todo.
Jugando con su pelo, ”Cálmate cariño, mamá está aquí”…evoca las veces que la ha peinado para llevarla de paseo, pero nunca, sólo a veces, para ir a colegio, ya que por su trabajo nunca puede llevarla, siendo su marido el que la despierta con besos y siente su primer abrazo, su primera sonrisa. Aún suspira hondo y aguanta un gemido al recordar las veces que se ha caído, las que ha venido corriendo llorando por cualquier cosa, pero se le pasa enseguida cuando piensa en las mil ocurrencias que le despiertan una carcajada casi por cualquier motivo porque, a pesar de todo lo que le ocupa, del tiempo que se ha pasado entre pañales, biberones, uniformes y baberos, a pesar de todo lo que no ha podido hacer por estar con ella, ella es todo lo que tiene que hacer, y por ella no cambiaría ni su juventud, ni su ocio, ni su tiempo libre, ya que su tiempo libre es ella, ahora con sus primeros deberes, y mañana con sus primeros “de todo”. "Uy, mañana", al fin se ha dormido y ella vuelve a su cama sin entender cómo su marido no se ha enterado de nada, y piensa mientras se duerme en todo el cariño desinteresado que recibe de su hija y el amor inmenso que le tiene, lo que la necesita y la añora cuando la tiene lejos, y es entonces cuando piensa en Ella, y piensa que las lágrimas de su cara son pocas para todo lo que debe llevar dentro. "Su Hijo murió por nosotros", piensa,…y se levanta de nuevo a darle un beso a su hija…
Fuente fotografía: El Correo de Andalucía

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