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Como niños…dejando al lado todo lo que pueda resultar un obstáculo, abandonando toda maldad, todo rencor, toda animadversión, cualquier resquicio de odio.
Como niños, abrazándonos a un peluche para dormir y que él sea el guardián de nuestros sueños felices, pidiendo agua en las noches oscuras sólo para saber que hay alguien ahí, con nosotros, levantándonos con una sonrisa, y un beso, y un abrazo, y que nuestra sonrisa de oreja a oreja, sin estereotipos, sincera y plena, sea la muestra inequívoca de que sólo somos amor, y lo entregamos.
Como niños, buscando por los rincones de la casa el juguete que tenemos enfrente porque sin él no sabemos jugar, pidiendo siempre que lo hagan con nosotros, a cualquier hora, a cualquier cosa. Buscando en los bolsillos de nuestros padres los tesoros más inmensos, cogiendo fuerte su mano, sintiendo que ellos están ahí para nosotros, sin imaginar que lo somos todo para ellos.
Como niños, merendando churros en Bib-rrambla, viendo a los chacolines, huyendo de los cabezudos, corriendo por las farolas del Paseo del Salón vestidos de domingo para acabar despeinados de tanto reír y saltar.
Como niños, sí, como niños, de “ burbuja” para no hundirte al bañarte en Almuñécar, de gorra y cantimplora en la Fuente del Hervidero, de churro-pico-terna al uno, de lima y pilla-pilla, y de misa y almuerzo los domingos.
Pero sobre todo, como niños, de zapatos limpios y campana de barro, para ensordecer al que no se entere del motivo de llevarla, de pararnos ante el puesto de multicolor de tambores y cornetas y algodones. De estrenar hombros, sentirse costaleros y llamarse capataces. Como niños, pero no cualquiera señores, como niños del Realejo, y de Granada…como niños…
Fuente fotografía: Ideal.Granafa

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